Manuel Corces, socialista veterano, es uno de los impulsores de la ampliación del Parque Nacional de los Picos de Europa, esa que duerme el sueño de los justos desde hace un decenio por obra y gracia de los políticos que nos han caído encima. Lleva años peleando para que el entorno de San Esteban, su pueblo, entre en el Parque. Y también para que una torreta eléctrica del primer "Pueblo ejemplar" de Asturias sea desplazada unos metros para plantar un texu en el mismo lugar que ocupó uno milenario que los vecinos consideraban casi sagrado. Corces sabe que la razón está de su parte, pues la ampliación remediaría el error cometido al haberse mutilado el Parque en 1995, por miedo a la oposición vecinal. Y también que la torreta ocupa un lugar indebido, por capricho. Pero demasiadas veces la razón debe doblegarse ante la ineptitud, la desidia y la soberbia de quienes deberían actuar en nombre del pueblo, pero en realidad lo hacen por miedo, por capricho o en nombre de cualquier empresa eléctrica.
