¿Cómo y dónde vivían quienes pintaron la cueva de Tito Bustillo hace unos treinta y cinco mil años? Para responder esta pregunta hay que salir de la gruta riosellana en la que se encuentra el arte rupestre y subir al macizo rocoso en el que se enclava, el de Ardines. Hay que acudir a un paseo interpretativo como el que el guía Javier Gil ofreció ayer para un grupo de personas en la primera visita organizada dentro de las jornadas "Un viaje a la Prehistoria del Oriente de Asturias".

La iniciativa va encaminada a "complementar lo que se explica en Tito Bustillo", anunció el guía al grupo, a cuyos integrantes dio una visión "desde el punto de vista medioambiental" de cómo era el paraje riosellano en el Paleolítico y cómo se transformó hasta la actualidad. Aquellos humanos llegaron a Ribadesella huyendo del frío, pues lo hicieron en plena glaciación, cuando "los casquetes polares llegaban a Inglaterra" y se calcula que habría "una temperatura media anual de entre diez y doce grados menos que ahora", explicó Gil.

Puestos en este contexto y asomados al primero de los miradores del área recreativa de Ardines, los visitantes pudieron imaginarse el entorno de aquellos pobladores. En su huida hacia lugares más habitables, el macizo de Ardines les atrajo por ser "una zona de caliza, llena de agujeros y por la que el agua se filtra, por lo que es seca y cálida", subrayó el guía. Este mismo agua fue el que creó la cueva de Tito Bustillo y el resto de oquedades del macizo, que Gil comparó con un queso Gruyère. Tenían cuevas para refugiarse, un lugar cálido que además miraba al sur y con abundante alimento. Estos pobladores nómadas eran cazadores y recolectores, y encontraron en la gran marisma que entonces había en la zona de El Malecón, la playa de Santa Marina y en los pedreros una fuente de alimento. "Entonces el mar estaba más de 200 metros más allá y había una marisma gigantesca, llena de patos y de comida", describió el guía antes de comparar aquella vegetación con la que hoy hay en las estepas rusas.

Por los restos que se han encontrado en Tito Bustillo, el hombre del Paleolítico pescaba, sobre todo, truchas. No se han hallado salmones, probablemente porque "pescaban más en los ríos pequeños que en el gran río", el Sella, que en aquella época y más cuando había deshielo debía tener un caudal enorme. Más que pescar, Gil describió que "cazaban peces" y otros animales, como el ciervo gigante megalocero, la especie autóctona que fue sustituida tras su extinción por el actual ciervo. Este animal, conocido popularmente como ciervo caballar, seguro que quitó mucho hambre a los pobladores del Paleolítico, que también perseguían mamuts, focas, rinocerontes lanudos y otras especies animales.