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Diálogos orientales

"El cine es cultura, y la cultura verdadera cala en el espíritu y te hace mejor persona"

"Es facilísimo llevar a cabo iniciativas como el Festival de cine en la calle, se necesita una infraestructura mínima y el resultado es espectacular"

Miguel Ángel Aramburu, en Arriondas. P. M.

Miguel Ángel Aramburu Melero (Peñamellera Baja, 1959) es un apasionado del séptimo arte que en 1984 empezó a organizar el Festival de Cine en la Calle de Arriondas, que tras algunos años sin celebrarse cumple estos días su vigésima edición.

-¿Cómo surgió la idea de organizar un festival de cine en la calle en Arriondas?

-De un grupo de amigos que a principios de los años ochenta hicimos un cine club en Arriondas con socios, que pagaban cien pesetas al mes. A mediados de los setenta se había cerrado el cine "Peña Santa" y proyectábamos tres películas a la semana en el salón de actos. Eran los lunes, jueves y los domingos eran para niños, Tarzán, El Zorro... El cine es el arte del siglo XX, la cueva de Platón a la inversa, un lugar donde estando a oscuras te ilumina, no te ciega.

-¿Cuándo sale el cine club a la calle?

-Al resto de los compañeros, que eran Fermín Puente, Pedro Llamedo, Maxi Tereñes ("Chon", ya fallecido, a quien dediqué este año "La Guerra de las Galaxias", y Ramón Almeida, se les ocurrió proyectar "El Gran Dictador" en la calle y fue un precedente, aunque no lo hicieron con visos a continuar. Yo estaba en Madrid y ya vine con la idea de hacer "Festival", una semana de cine en la calle, que ahora son dos.

-¿Cómo se financiaban en aquella época?

- "Chon" y yo pasábamos una bandeja con una caja de farias para que nos dieran la voluntad y la entrada nunca subió de cien pesetas. Contábamos con una subvención del Principado y del Ayuntamiento para sufragar el celuloide, porque alquilar cada película costaba 50.000 o 60.000 pesetas. Llegaban en tren de Bilbao, íbamos a la estación y pagábamos a unos chicos para quitar y poner los bancos del parque. Esto da cuenta de la indigencia en infraestructuras que teníamos (risas). También pagábamos el equipo de sonido, que era de un grupo de música. Pero nunca cobramos, siempre digo que lo mejor de mi vida lo hago gratis.

-Generaciones de parragueses y visitantes han pasado por el cine en la calle, ¿qué le dicen los que han crecido?

-Ahora me dicen las madres que se acuerdan de cuando vieron "Alien", aquella noche no se atrevían a volver a casa. Las hay que fueron en su día y ahora van sus hijos y otras personas que ya no pueden venir me comentan "qué pena no poder ir a la mantina, la tumbona y les pipes". Estoy muy contento con la respuesta del pueblo, es maravillosa, aplauden al final de la película, recogen sus sillas... y siempre se ve tanto a niños como a mayores. Esa es la esencia, estar juntos viendo la película, es el sueño colectivo de la cohesión social, es bonito.

-Detrás de su iniciativa hay una intención muy clara...

-Sí, el cine es cultura y creo que la cultura verdadera, la cultura con mayúsculas, cala en el espíritu y te hace mejor persona. Lo hago para eso, qué más da quién era Humphrey Bogart, lo importante es el amor a toda la humanidad. Como sociedad vamos para atrás y el cine nos tiene que llevar a hacer un planeta mejor. El fin del cine es este, buscar el bien común, formar personas cultas e independientes que sepan elegir a sus líderes.

-¿Sigue algún criterio al elegir la programación?

-Busco que sea una programación para todos los públicos y el entretenimiento, sobre todo. También la pedagogía, que tenga un mensaje nutritivo intelectualmente. Y que sea demostrativa o simbólica en la historia del cine, que tenga una cierta importancia. Además, me gusta siempre echar un clásico, incluso del cine mudo.

-¿Hasta qué punto le ha facilitado el soporte digital las cosas?

-Mucho, y quiero hacer una apología del soporte digital, porque en todo el Oriente no hay un solo cine ya. Es facilísimo llevar a cabo iniciativas de este tipo, se necesita una infraestructura mínima y el resultado es espectacular. Creo que en Peñamellera Baja van a coger la idea, en Ribadesella por ejemplo se podría poner una pantalla hinchable o un andamio... En Arriondas ahora lo organizo con la Asociación Cultural "Llar de Sones", ellos ponen el equipo de sonido y el proyector y ocasionalmente colaboran en la instalación diaria del evento.

-¿Cómo vivió la clausura de las salas de cine de la comarca?

-La última película que pusieron en el Cinemar, de Llanes, fue "Darkness. Volverás a tener miedo de la oscuridad" y la del cine "Colón", de Cangas de Onís, fue "Descubriendo Nunca Jamás". ¡Fue un poco premonitorio" (risas). En Arriondas íbamos mucho a los cines de Cangas, el cine Park y el Colón, un teatro de los años cincuenta en el que todavía se hace alguna cosa. Este fue el último cine que cerró en la comarca. Lo viví con pena, porque donde más feliz fui de niño era yendo al cine. Veía las películas de Marisol, de Joselito, salía de ver El Zorro y andaba pintando la zeta por las paredes. Recuerdo que robaba las carteleras con una fatiga tremenda e íbamos al muro del río, que estaba en frente del cine, a buscar los recortes del cabinista. Los poníamos contra el cielo para intentar ver alguna escena.

-De entre todas las películas que ha visto a lo largo de su vida, ¿con cuál se quedaría si tuviera que elegir una?

-Con "Amarcord", de Federico Fellini. Es la historia de un pueblo donde todo se ve con ternura, no se juzga a nadie. Es una pequeña comunidad donde todos se conocen y se quieren. Aunque haya conflictos y pequeños escarnios, viven en comunidad. Y me gusta mucho "Cinema Paradiso", que la pusimos este año, por el amor al cine y porque lo que más me gusta es hacer felices a los demás.

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