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Prunales, tierra de manzanas

La región, una de las más soleadas del concejo y que cuenta con grandes vistas de los Picos de Europa, recoge estos días decenas de kilos del fruto

Vicente Soto, ayer, en Prunales, con el llagar artesanal diseñado por su sobrino. CRISTINA CORTE

Aunque Prunales debe su topónimo, derivado del latín Prunum, al árbol frutal que da prunos, pocos ciruelos se pueden encontrar en este pueblo situado a 187 metros sobre el nivel del mar donde ahora lo que más abundan son las manzanas.

Hasta 250 sacos repletos de ellas recogió esta semana Benito Toraño, con las que piensa "hacer dulce y regalar parte a los vecinos". Este vecino natural de Prunales, de 80 años, pasó 45 en el extranjero "buscándome la vida", pero en 1997 decidió volver "por mis padres y porque esta tranquilidad no se respira en ninguna otra parte". Distinto uso da a sus 20 manzanos Vicente Soto, que consigue "sacar hacia 200 litros de sidra gracias a un pequeño llagar artesanal que me fabricó un sobrino hace algo más de tres años".

Prunales, que pertenece desde hace 122 años a la parroquia de Santa María de Castiello, puede presumir entre otras muchas cosas de ser uno de los pueblos menos azotados por la despoblación. Si en 1986 contaba con 70 habitantes censados, actualmente cuenta con 62. Y aunque la ganadería, principal motor económico antaño, ha perdido fuelle, todavía quedan ganaderos de pro como Manuel Pérez que cuenta con 160 vacas del valle además de medio centenar de pitos de caleya. En opinión de Pérez y de la mayoría de vecinos, no hay pueblo más soleado en todo Parres. "Por las mañanas ves que la niebla se adueña de Arobes y Soto de Dueñas pero aquí eso no pasa, disfrutamos de unas vistas magníficas", cuenta. Desde su gallinero tiene vistas privilegiadas hacia San Martín y los montes de Vallobil. Si se fija bien, al fondo puede ver los Picos de Europa, "aunque como en esta época no tienen su nieve característica cuesta distinguirlos".

Prunales es además tierra de grandes casonas. Una de las que más expectación levanta entre vecinos y gente de paso es la que recientemente restauró el ex delegado del gobierno de Extranjería e Inmigración, Enrique Fernández Miranda, que cuenta con su propia capilla y está rodeada de un gran muro. De los nuevos inquilinos, los vecinos, que vienen algún fin de semana, los vecinos destacan que son gente "muy tratable".

Una de las cosas que más lamenta la vecina Ana Eva Cabielles, famosa cantante de tonada, es "que desde que hice yo la comunión en 1980 ya no se celebró más la fiesta del pueblo". Su padre, Ramón Cabielles, coincide con ella y recuerda que "aunque la patrona es Santa María Magdalena la imagen que se sacaba en procesión es la virgen del Rosario".

"Antes nos peleábamos con Castiello por ver quién hacía las mejores fiestas y ahora no las celebramos ni los unos ni los otros", explican Carlos Longo y su mujer Sonia Estrada. Cuenta el cronista oficial de Parres, Francisco Rozada, que la parroquia de Santa María Magdalena de Castiello, donde se oficia misa el último sábado de cada mes, ya se contempla en la donación del rey Ramiro II a la Iglesia de Oviedo en el año 926.

"Muchas cosas han cambiado desde que en 1954 llegara agua del manantial de La Regatina a diez casas del pueblo, situadas en la zona de el Argonal, el Colladín y el Cueto. Hasta entonces a las mujeres no les quedaba otra que caminar medio kilómetro hasta el río Piloña", explica Antonio Quesada. Este vecino abrió hace unos quince años con la ayuda de otros tres residentes una fuente natural en su terreno de La Chispa, cuyo agua se filtraba de la cueva de Fumartín, también de su propiedad. Una de las cosas que más lamenta su mujer María Ángeles Sánchez "es el cierre del bar La Quintana hace más de una década porque era un punto de encuentro para los vecinos". La mayoría coinciden con ella.

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