El proyecto de demolición del edificio dañado del Instituto de Educación Secundaria Rey Pelayo, en Cangas de Onís, tendrá una partida en los presupuestos de 2015. Así lo ratificó ayer la consejera de Educación, Cultura y Deporte, Ana González, durante una visita al centro.

Tras agradecer a la comunidad educativa "su comportamiento ejemplar y franco espíritu de colaboración para que el curso académico no se vea interrumpido", la consejera anunció la solicitud a la Unión Europea (UE) de participar en un programa específico de demolición sostenible. "Aunque la respuesta sea negativa, la demolición seguirá adelante porque la decisión está tomada y es la de que tenemos que construir un edificio y para ello tenemos antes que demoler", afirmó.

Los pasos a seguir una vez que se conozca la resolución europea será, según González, "licitar el proyecto de demolición y hacer el proyecto de obra y licitarlo". Aunque lamentó que "para el próximo curso el nuevo edificio no estará listo", se comprometió a acortar "lo máximo posible" los plazos, marcando como fecha límite para la puesta en funcionamiento del mismo, "como máximo, la próxima legislatura".

Entre tanto, según recordó la consejera, se procederá a la instalación de aulas portátiles en el patio del Instituto para reubicar en el centro a los 70 alumnos de Secundaria que ahora reciben clases en la escuela hogar. "Actualmente se encuentran en proceso de contratación", apuntó González, que confía en que empiecen a estar en funcionamiento después de las vacaciones de Navidad. De forma simultánea, "Educación realizará una revisión del resto de edificios, no de tipo arquitectónico puesto que ya se han realizado y están bien, sino de organización de espacios", explicó. La consejera visitó junto al director del centro, Benjamín Argüelles, varios espacios del edificio dañado; entre ellos, la biblioteca "muy actualizada", los laboratorios y el aula en la que se hizo una introspección a una columna. Una prueba que mostró que el hormigón de la construcción, que data de los años sesenta, era de mala calidad y faltaban varillas de hierro en las columnas, lo que contribuyó a su deterioro. González visitó la escuela hogar y se reunió posteriormente con representantes de padres, alumnos, profesores y personal no docente.