"Muy contentos". Así están los vecinos de la calle del Barco, del Príncipe de Asturias y de Picu Pienzu, afectados por los malos olores que desprende la depuradora situada junto al río Chicu, en Arriondas, tras conocer que la estructura metálica de la carpa de desodorización descansa desde ayer sobre los muros de la antigua balsa. "Estamos satisfechos de que por fin se tomen medidas ante un problema del que llevamos avisando desde antes del verano", explicó Enrique Martínez, uno de los residentes.

"La clave está en que los vecinos supimos movilizarnos y dar la cara ante el problema; si no, no hubieran hecho nada", puntualizó. En la misma línea se expresó Vanesa Rodríguez. "Es un alivio. Por fin podremos abrir las ventanas sin miedo a que penetre el mal olor", dijo. "Será un placer poder volver a salir a caminar junto al paseo del río Chicu sin respirar esos hedores", afirmó Patricia Celorio, quien destacó que el colegio se encuentra a pocos metros de la antigua depuradora.

A principios de año, el Ayuntamiento de Parres recibió un escrito del Consorcio para el Abastecimiento de Agua y Saneamiento en el Principado de Asturias (Cadasa) dando cuenta de irregularidades en los vertidos del aliviadero. A consecuencia de un fallo en el funcionamiento del colector, la quesería Lafuente vertía directamente a la depuradora de Ricao sin pasar por la fase previa de pretratamiento en la antigua depuradora, que tiene cedida en precario hasta 2019. Entre el 3 y el 6 de junio el Ayuntamiento solucionó el atasco del colector y fue entonces cuando comenzaron los malos olores al volver a pasar los residuos por la antigua balsa. El 23 de octubre, en una reunión con técnicos de la Consejería de Medio Ambiente, del Ayuntamiento y de Cadasa, la empresa planteó la posibilidad de verter directamente a Ricao sin pasar por la fase de pretratamiento, pero quedó descartada. Fue entonces cuando se acordó cubrir la balsa de homogeneización con una infraestructura tipo carpa desmontable para realizar un proceso de desodorización en el plazo de un mes. "Sólo falta la prueba del algodón y ver si funciona", matizó el alcalde. "La entrada en funcionamiento será cuestión de días y estamos muy contentos. Yo mismo vivo en la zona afectada y entiendo las quejas de los vecinos", añadió el alcalde, Marcos Gutiérrez. En la quesería manifiestan su voluntad de acabar con el problema lo antes posible y recuerdan que la empresa da empleo a decenas de personas. A

A largo plazo, la solución pasa por construir una planta de tratamiento fisicoquímico en terrenos más cercanos a la quesería.