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El frío en las aulas del colegio de Colunga obliga a dar clase con el abrigo puesto

Los padres piden más horas de calefacción y cambiar las ventanas, y el Ayuntamiento accede a lo primero pero solicita a Educación lo segundo

Leandro Álvarez, junto al calefactor de aire caliente; la profesora María Jesús García, y la alumna Yaiza Carús. P. M.

En el colegio Braulio Vigón de Colunga dan clase con el abrigo puesto. La calefacción se apaga en torno a las doce o doce y media del mediodía y las ventanas no retienen el calor que ha irradiado hasta ese momento, dos aspectos que las familias piden cambiar.

El Ayuntamiento es el encargado de regular estos horarios y de pagar el gasto energético y está dispuesto a aumentar las horas de calefacción, aunque asegura que no puede pagar el dinero que supondrá instalar unas ventanas nuevas. Mientras llega la solución, algunas familias han facilitado radiadores de aire caliente para que los menores no tengan tanto frío. El problema es que algunos profesores también llevan al centro aparatos calefactores y la potencia eléctrica no es suficiente para que todos funcionen a la vez.

"Así no se puede trabajar", explica la profesora María Jesús García, quien da clase enfundada en su abrigo y comprueba cómo el termómetro que está sobre el radiador marca apenas catorce grados. Una de las compañeras de García tiene su tutoría a tan sólo once grados y el comentario es generalizado en el centro: "no se para de frío". La primera docente relata cómo "hay veces que se está mejor en la calle que en el centro" y que, al contrario de lo que debería de ser, en el Braulio Vigón "hay que poner el abrigo al entrar, no para salir". El director del colegio, Miguel Sariego Collada, explica que es "el Ayuntamiento el que enciende y apaga la calefacción a la hora que considera oportuna".

Esta hora anduvo en torno a las once de la mañana hasta la semana pasada, cuando una madre avisó a la concejala de Educación, la socialista Sandra Cuesta, de las quejas por el frío en el centro. La edil se puso en contacto con el director y dio aviso de que se ampliara el horario en el que la calefacción está encendida en una hora y media o dos horas más. Con todo, Sariego Collada cree que "la solución no es aumentar el horario de calefacción, sino cambiar las ventanas, que cierre bien el calor" y añade que tanto la Consejería de Educación como el Ayuntamiento de Colunga están "avisados" de esta necesidad que tiene el centro.

Por su parte, la concejala Sandra Cuesta aclara que "si hay que ampliar más el horario de calefacción se hará, no hay ningún problema". La responsable de Educación en el Ayuntamiento colungués precisa que si no aumentó las horas de calefacción hasta el pasado jueves fue "porque no tenía ni idea" de lo que sucedía. Cuesta es consciente de que "mientras no se cambien las ventanas es bastante difícil que aumente la temperatura" y asegura que su equipo no puede asumir el gasto de realizar esta obra en todo el colegio, una inversión que la Consejería de Educación sí podría hacer. "El centro tiene un dinero acumulado y se valoró la posibilidad de que junto con la Consejería asumieran el coste, poniendo la mano de obra el Ayuntamiento. Pero al final el consejo escolar decidió adquirir pizarras electrónicas, las prioridades las marcan los profesionales", expuso la concejala.

Almudena Gutiérrez es una de las madres que ha llevado un radiador de aire caliente de su casa al colegio y asegura que no piden "nada del otro mundo". El frío a partir del mediodía se multiplica a la vuelta de un puente o un fin de semana. "Si el viernes se apaga la calefacción a las doce y pasa todo el fin de semana, el lunes no quitan la chaqueta ni para entrar en clase", expone Gutiérrez. Junto a ella está Carmen Muñoz, quien sugiere que quizás la solución "de momento sea aumentar las horas de calefacción, pero a largo plazo habrá que cambiar las ventanas". El asunto del frío en las aulas colunguesas no es nuevo y menos para esta madre, que ya tuvo a su hijo mayor en el Braulio Vigón y lleva una década peleando por conseguir una temperatura digna.

"Hemos tocado todas las puertas, estamos hartos de llamar", señala Muñoz, que quiere conseguir una solución "para los niños que vienen detrás". Si en las aulas normales hace frío, en el laboratorio muchísimo más, pues falta una ventana y es incalculable el que entra por el hueco. Sin embargo, la del frío no es la única cuestión que preocupa a los padres con hijos escolarizados en el centro colungués, ya que el servicio de limpieza tampoco les resulta satisfactorio. Aclaran que no es un reproche contra la trabajadora que lo efectúa, sino una consecuencia de que "recortan donde no deben. Es un colegio muy grande para que lo limpie una persona sola", añaden las familias.

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