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Ribadesella, el gusto por saber

Las integrantes de la tertulia femenina "El Garabato" llevan más de cien encuentros con los invitados más variopintos, a los que escuchan y preguntan durante horas

El fotógrafo riosellano Jonathan Hevia habla ante las integrantes de la tertulia y su invitado. P. M.

Llevan siete años reuniéndose cada quince días con un objetivo en común: terminar la merienda con las miras más amplias. Las ocho integrantes de la tertulia riosellana "El Garabato" han tenido invitados de lo más variopinto, a quienes escuchan y preguntan a veces durante horas. Desde el embajador de España en Jordania hasta especialistas en astrología, cultura gitana y masonería, la lista es tan variada como el perfil de las tertulianas.

Tienen edades, profesiones y gustos diferentes, pero defienden a capa y espada los beneficios de estos encuentros. "Te hace abrir la mente y ver que un mismo tema tiene otro enfoque", destaca la empresaria Estela Rosete, antes de que María Eugenia González Aguilar, socióloga, añada que la tertulia permite "ampliar e integrar otras perspectivas. La sumas a la tuya, porque la realidad tiene muchos prismas".

Integran la tertulia, además, Carmen González Pando, una de las primeras mujeres que trabajó en la construcción en el concejo; Menchu Álvarez del Valle, locutora de radio jubilada; las empresarias María Aguera y Teresa Fernández, la profesora Pat Alonso y Patricia Toyos, la aparejadora del Ayuntamiento. Fue esta última quien tomó la iniciativa tras conversar con el dibujante Antonio Mingote sobre su pasión por las tertulias y lo mucho que le aportaban en su día a día. Toyos también recogió el gusto del empresario riosellano Emilio Serrano por esta sana costumbre de intercambiar pareceres.

En septiembre de 2008 envió una carta a siete mujeres vinculadas a Ribadesella, de "profesiones distintas, edades dispares e intereses contrapuestos en muchos casos". La misiva las citaba en el bar Casa Sebas a los quince días y allí se presentaron, sin saber con quién se encontrarían. Desde aquella primera tertulia han celebrado 105 sesiones con tres únicas normas: "nada de política, de religión o de Ribadesella en la actualidad", apuntan, antes de aclarar que pretenden, con esto, evitar las polémicas.

Entre todas deciden qué temas pueden ser interesantes y contactan con sus invitados a través de personas en común o, muchas veces, del correo electrónico. "Han venido personas que no conocíamos de nada, dispuestas a participar en la tertulia sin nada más a cambio que una merienda básica", describe Toyos. Pero las riosellanas no sólo reciben para aprender, también han organizado salidas como la que les llevó a los laboratorios del investigador en oncología López Otín.

Afrontan cada sesión con un afán insaciable de aprender y, tras escuchar la presentación inicial, le "avasallan" a preguntas, describen entre risas. A algunas tertulianas se les nota la profesión y conducen al invitado, como hizo la periodista Menchu Álvarez del Valle en el encuentro con Jonathan Hevia, al preguntarle por las diferencias entre una fotografía de estudio y una imagen no profesional. Al riosellano no le gusta desprestigiar ningún soporte y explicó que un "selfie" puede recoger una expresión frente a un espejo que él es "incapaz de captar en un estudio".

"El Garabato" suele variar de sede para las tertulias y la del lunes tuvo lugar en la cafetería del Gran Hotel del Sella, a la que Hevia acudió con dos herramientas que ejemplifican el momento actual de la fotografía: una cámara "minutera" como la que se construyó su bisabuelo, la primera generación (de cuatro) de fotógrafos de su familia en Ribadesella y un "dron", un pequeño avión con el que toma fotografías aéreas. Las contertulias se interesaron por una y otra y apreciaron la autenticidad de Hevia, al que escucharon hasta casi la medianoche.

Su lista de temas pendientes es casi tan interminable como sus ganas de aprender e intercambiar y citan, por ejemplo, "la meteorología, Cristóbal Colón y el transporte por carretera, cuándo empezó y causas del declive". Han tratado temas riosellanos como la fiesta de Las Piraguas o una historia del concejo que tuvieron que desarrollar en dos sesiones porque eran tantas las preguntas que la primera se les quedó corta.

Y otro reto, que la cultura de la tertulia se expanda para que más personas disfruten de los beneficios de este ejercicio intelectual accesible y versátil que es escuchar y preguntar.

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