Al langreano Javier Domínguez le gustaría fondear la primera tanda de 1.218 botellas de cara al verano, aunque depende de cuándo le lleguen las autorizaciones administrativas. Las mantendrá a 23 metros de profundidad durante seis meses y comercializará un producto que ya ha despertado "bastante interés en el extranjero", asegura.

La instalación quedará ubicada al oriente del puerto de Lastres y consistirá en dos jaulas botellero de un metro de alto cada una que irán ancladas mediante un cable de acero a dos "muertos" (bloques) de hormigón armado. Se trata de un sistema que no perjudica en absoluto al medio marino ni al tráfico de embarcaciones, todas circunstancias ya contempladas por el proyecto.

La iniciativa aspira a ser un atractivo turístico para el concejo de Colunga y, además de comercializar el vino una vez envejecido en este ambiente, el club "Aqua" de Lastres organizará visitas a la bodega submarina, tanto para quienes quieran bucear hasta verla como para aquellos que no deseen sumergirse. Para estos últimos el club dispondrá un velero de doce metros con el que realizará salidas. "En un futuro, cuando haya vino ya envejecido, podrán sacar a la gente en velero y realizar una cata a bordo", describe Javier Domínguez.

El envejecimiento de bebidas sumergidas en el mar tiene su origen en las botellas de diferentes bebidas (vino, champagne, destilados, etcétera) encontradas en bodegas de barcos naufragados hace décadas e incluso siglos. Se comprobó cómo mantenían unas buenas características sensoriales y en ocasiones incluso mejoraban las de las bebidas envejecidas en tierra y se han llegado a pagar auténticas fortunas por las más longevas.