La Unión Europea no financiará el proyecto de demolición del edificio dañado del Instituto Rey Pelayo de Cangas de Onís. La ayuda que solicitó la Consejería de Educación, Cultura y Deporte en colaboración con la Universidad de Oviedo para ejecutar un derribo sostenible a través del programa "Life" -instrumento financiero de la UE dedicado al medio ambiente- acaba de ser denegada.

La Consejería que hasta ahora dirige Ana González tendrá que afrontar en solitario los costes de demolición y construcción de un nuevo inmueble. De momento, ya hay reservada una partida de 100.000 euros en los presupuestos. La Consejería de Educación trabaja ahora en la propuesta de contratación del proyecto de derribo, para después abrir el largo proceso de licitación y adjudicación de las obras. Así las cosas, es más que probable que no se cumplen los plazos establecidos que fijaban la fecha de demolición para el segundo semestre de este año.

La noticia fue recibida ayer "con una mezcla de sorpresa y desánimo" entre el equipo directivo del instituto cangués, que teme que la construcción de un nuevo edificio se estanque después del varapalo recibido por parte de la UE. No obstante, en la directiva confían en que la Consejería cumpla la promesa hecha por Ana González en una visita al centro a comienzos de noviembre, de tener listo el nuevo inmueble antes de que acabe la legislatura que está a punto de comenzar.

Las primeras alarmas sobre el mal estado del edificio sonaron a comienzos del verano pasado. Un informe técnico reveló que el 80 por ciento del inmueble, que cuenta con 2.900 metros cuadrados de superficie, presentaba grandes deficiencias estructurales a causa de la baja calidad del hormigón empleado en su construcción en los años 60 del pasado siglo. El documento también alegaba la necesidad de mejorar y optimizar los espacios de los tres inmuebles que conforman el instituto.

A punto de iniciar el periodo lectivo, un nuevo informe corroboró el pésimo estado de las instalaciones, lo que obligó a retrasar el inicio de clases y a clausurar el inmueble. Alrededor de 70 estudiantes de secundaria fueron reubicados en la escuela-hogar del Reconquista y otros tantos en el antiguo edificio de Formación Profesional (FP).

El pasado enero, los 200 alumnos que recibían clase en el edificio dañado del instituto cangués fueron realojados en once módulos portátiles- diez habilitados como aulas y uno más como laboratorio -que la Consejería de Educación instaló en el patio del centro. "Los módulos son limpios y cómodos, como solución provisional están bien, pero lógicamente no son suficientes ni tienen las mismas buenas condiciones que un aula normal", explicó el director del instituto, Benjamín Argüelles.