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Llanes marca como "prioridad absoluta" rescatar la iglesia de Bedón del abandono

La edil de Cultura, Marisa Elviro, persigue una reunión con el Estado y el Principado para esclarecer "de una vez por todas" la titularidad del templo

Unos turistas vallisoletanos, ayer, junto a la iglesia de San Antolín de Bedón. RAMÓN DÍAZ

Rescatar la iglesia del monasterio de San Antolín de Bedón del "abandono" en que está sumido es una "prioridad absoluta", según resaltó ayer la concejala de Cultura de Llanes, Marisa Elviro. La edil sabe que no será fácil, pues todos los intentos para "salvar" el templo han resultado hasta ahora fallidos, pero está dispuesta a luchar sin desmayo para recuperar la iglesia, construida en el siglo XIII y considerada por los expertos como la joya arquitectónica de la comarca.

Marisa Elviro persigue una reunión "a tres bandas", en la que participen ella misma y representantes del Gobierno del Principado y de la Administración central. El objetivo principal -aunque no el único- sería esclarecer "de una vez por todas" a qué organismo corresponde la titularidad del templo, pues aunque todos los documentos existentes señalan que el propietario es el Estado, este no ha querido hacerse cargo de la iglesia, alegando que no está claro que sea pública, al estar enclavada dentro de una propiedad privada.

La concejala llanisca de Cultura ya ha mantenido varias reuniones con personas implicadas en la recuperación de la iglesia de Bedón, entre quienes se cuentan representantes de la plataforma en defensa del templo, que integran mayoritariamente vecinos y veraneantes de la localidad de Naves, de la que fue iglesia parroquial durante varios siglos.

Marisa Elviro considera que la iglesia es un "bien mostrenco", que se dice de aquel que no tiene dueño conocido. En ese caso, el Estado debería registrarla a su nombre. El Ministerio de Cultura estuvo a punto de hacerlo hace poco más de un año, pero la intervención del Ministerio de Hacienda, cuyos responsables no querían hacerse cargo de un edificio que requiere una fuerte intervención económica, hizo que finalmente la Administración central se desentendiera -una vez más- del edificio.

Marisa Elviro considera "una barbaridad", además del deterioro que sufre el edificio, el "abandono mental" a que está sometido por parte de las instituciones, que se limitan a "pasarse la pelota".

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