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El agua amarga en El Llanu Margolles

Los vecinos reclaman al Ayuntamiento que se haga cargo de la traída, que está sin clorar, y que mejore el camino de acceso a la localidad

El agua amarga en El Llanu Margolles

La gran asignatura pendiente de El Llanu de Margolles es el de la traída del agua. Los vecinos llevan años reclamando al Ayuntamiento que se haga cargo del servicio porque el agua del depósito de Roxendi llega a sus casas sin analizar ni clorar, lo que les obliga a comprarla embotellada. Cuando hay una avería, residentes como Monchu González y Everardo Pérez, ya jubilados, actúan como improvisados fontaneros para subsanarla.

"Desde que pusimos una pieza en forma de Y con dos entradas, ya no tupen las tuberías pero roturas sigue habiendo porque son muy antiguas", comentan los vecinos, a la par que enseñan las copias de las numerosas veces que reclamaron por escrito que el Consistorio se haga cargo de la gestión del agua.

Durante el invierno, el barrio en el que reside Pérez se convierte en algo así como una "pequeña Venecia" a causa de la mala canalización del agua que llega de la cuneta. Aún así, los dos vecinos reconocen que no cambian su pueblo por nada.

Gracias a su empeño se han conseguido notables mejoras. Por ejemplo: ya no llueven camiones. Y es que hace años era frecuente que los vehículos siniestrados en la carretera N-634 que discurre a escasos metros por encima de sus casas acabaron en alguna que otra ocasión en sus tejados.

"Nos plantamos. Fuimos a protestar a Oviedo "a Obras Públicas" y gracias a aquella movilización pusieron quitamiedos con una base mucho más sólida que no cede", cuenta Pérez, que se instaló definitivamente en El Llanu hace tres años, coincidiendo con la jubilación.

Lo mismo hizo hace seis González, que trabajó como repartidor en Barcelona y que tras retirarse no dudó en instalarse en la localidad canguesa que vio nacer a su mujer, Ana Mari Blanco. Nada más llegar se puso a retejar la capilla de San Roque, donde el domingo pasado celebraron con una misa.

"Estaría bien ampliar la fiesta con actividades para dar un poco de ambiente en futuras ediciones", indica Monchu. Músicos no faltan pues en la localidad residen los componentes del grupo "Uno+Uno", muy conocidos en toda la comarca. "A veces se les escucha ensayar y dan mucha alegría", comentan los vecinos de El Llanu Margolles.

Una de las cosas que más llama la atención a las personas que se acercan hasta la localidad es que la campana de la capilla es en realidad un proyectil de la guerra, según cuenta Leonor Nuñez. Ella también volvió hace cinco años tras jubilarse como funcionaria en Madrid y junto con Blanco son las únicas dos oriundas que quedan en el pueblo, habitado en la actualidad por 11 vecinos.

La cifra se duplica en verano cuando llegan los cuatro hijos de Blanco con sus respectivas familias. "Venimos por la tranquilidad y huyendo del calor", explica su hijo, que al igual que el padre se llama José Ramón González. Lo que más echa en falta el joven es "que arreglen la carretera de acceso porque está llena de parches y en estado de abandono y los caminos que están llenos de maleza".

El joven trabaja en Barcelona pero pasa tres semanas de vacaciones en El Llanu Margolles. En el viaje lo acompañan sus hijos Álvaro y Lucía, de 2 y 4 años, respectivamente, que con lo que más disfrutan es con los juegos a la orilla del río Sella, que discurre junto al pueblo. Y es que a escasos metros de la casa de sus abuelos se encuentra el que algunos llaman "El rabión del diablu" al que en El Llanu denominan "Los Peñones", un lugar famoso porque durante el Descenso del Sella se forma un gran embudo donde algunas piraguas rompen. "Llega muchísima gente de fuera para verlo y es uno de los momentos más emocionantes del año", dicen los vecinos.

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