La lista de pasiones de Carlos Jiménez Escolano (Madrid, 1949) es larga y variada, pero sobre todo es humanística. Traumatólogo y cirujano ortopédico de profesión, es doctor cum laude en Historia de la Medicina e Historia de las Ciencias, toca la batería y además pinta.
Quien se pase por la sala de exposiciones de la Casa de Cultura de Ribadesella hasta el próximo 15 de septiembre podrá conocerle un poco más a través de esta última disciplina, pues de sus paredes cuelga una selección de 34 óleos y nueve acuarelas y dibujos en los que ha retratado, en buena parte, rincones del concejo de Ribadesella. Afincado en la actualidad en la localidad de Vega, Escolano quería que Asturias fuera el hilo conductor de esta muestra, en la que treinta de las obras retratan paisajes de la región. También ha incluido obras anteriores como estampas y retratos castellanos.
Hace unos treinta años que este polifacético madrileño sufrió un grave accidente de tráfico que le mantuvo varios meses paralizado y fue entonces cuando retomó una afición que tenía desde siempre y que había heredado de su padre, Premio Nacional de Pintura Taurina en 1948. "Pedí una paleta y un caballete y ahí de verdad empecé a pintar, con todos los errores", relata el autor. Rincones tan emblemáticos como el puente romano de Cangas de Onís, el picu Urriellu o la iglesia de Ribadesella y otros más locales pero igualmente significativos como la capilla de Barréu, la entrada a Vega o el barrio de El Portiellu, en la villa riosellana, conviven en la exposición con el río Cares y una panorámica de su pueblo de acogida en invierno. Escolano es, además de pintor prolífico, autor de libros, prólogos, artículos, cuentos y conferencias, entre otras muchas actividades culturales. Ha sido secretario general de la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas (ASEMEYA) y, como prueba la exposición, ahora que está jubilado tampoco su retiro en Vega le ha llevado a detener , ni por un momento, su inquietud cultural.
