El apego por la Santina de la familia Alija llega, literalmente, a lo más hondo. Alejandro Alija y su padre Javier son, desde hace años, algunos de los encargados de sumergirse a más de cuatro metros de profundidad en el Enol para rescatar la imagen de la patrona de Asturias en el día de su fiesta, como sucedió ayer.

El hijo de Alejandro Álvaro Alija, de 5 años, se conforma de momento con esperar a su padre y a su abuelo en la orilla para limpiar junto a su madre Vanesa Menéndez y su abuela María Eugenia Bayón a la Virgen de Covadonga cuando toque tierra. Y es que después de todo un año sumergida "sale bastante sucia", apuntó Bayón antes de darle una capa de pintura a la imagen, que suma 42 años en el fondo del lago. En la tarea les ayudó el pastor de La Estrada (Corao) Emilio Fernández, encargado además de llevarle a la Santina del Enol flores y una vela. "Seguiré subiendo mientras pueda. No hay nada mas guapo en Asturias que esto y cada año se suma más gente", contó a sus 85 años. Su hija Rosi Fernández le acompañó este año por primera vez y quedó encantada con la celebración, impulsada por la Federación de Actividades Subacuáticas del Principado de Asturias (Faspa). El presidente de la misma, Daniel Suárez, es precisamente otro de los encargados de sacar la virgen a flote, con la ayuda de unos flotadores que sumergen deshinchados e inflan en las profundidades para que soporten los 25 kilos de plomo de la peana. Los buzos, que recibieron un cálido abrazo del público al llegar a tierra, tuvieron palabras de agradecimiento para el compañero ya fallecido José Luis Gato Balbín. Tras la misa de campaña oficiada por el párroco jesuita de Gijón Santiago de la Fuente, la Virgen de Covadonga volvió a las profundidades entre vítores de la mano de los buzos.