En plena crisis del sector lácteo por la guerra de precios entre la industria y los productores, en el instituto de Luces (pionero en las enseñanzas agroganaderas de la región) están a punto de certificar lo que para muchos profesionales podría ser una salida. Si todo va bien, en seis meses serán oficialmente productores de leche ecológica, que entre otras muchas características tiene un precio más elevado en el mercado.

Luis Alonso Cardeñoso es el secretario del equipo directivo y profesor de producción ganadera y explica que el precio base de la leche convencional está ahora en algo más de veinte céntimos. Las empresas les premian por la calidad de la leche (contenido bajo en células somáticas, cantidad extra de grasa y de proteínas, etcétera) y la producida en Luces se está pagando ahora a treinta y cuatro céntimos. Cuando acaben el proceso de conversión, un producto de la misma calidad podría alcanzar los cuarenta céntimos, una diferencia sustancial.

La del precio es una de las ventajas que tiene la producción ecológica, aunque no es la única, ni mucho menos. En Luces pasaron de más de cien animales de la explotación intensiva a los 48 que tienen en la actualidad y la intención es seguir reduciendo el rebaño "para tener alrededor de treinta animales entre vacas productoras y la recría", calcula Alonso. La "recría" es el grupo de novillas de recambio, que están destinadas a sustituir a las vacas que ya no producen por edad o porque se mueren.

En el porcentaje de este recambio está una de las ventajas de la producción ecológica, pues los animales no se exprimen tanto y tienen una vida productiva más larga. "En lugar de que un animal produzca 10.000 litros al año durante cuatro o cinco años, tendremos animales que producen entre 7.000 y 8.000 litros durante seis o siete años", expone el profesor antes de añadir que la tasa de reposición del rebaño se reduce de un 25 como mínimo en una explotación intensiva convencional a un 15 o 20 por ciento en la ecológica. Esto abarata el coste porque a los animales de "recría" hay que alimentarlos durante sus dos primeros años de vida, un tiempo en el que no están produciendo. Al quemar menos a las productoras, se necesitan menos vacas de reposición.

Otra de las ventajas es que la producción ecológica reduce la dependencia del ganadero tanto en la alimentación como en los tratamientos químicos que una producción intensiva requieren para los cultivos y el pasto y las enfermedades de los propios animales. Pese a que el pienso ecológico cuesta en torno a un veinte por ciento más que el convencional, ejemplos como el de Luces animan al ganadero que tenga terreno a ser autosuficiente en el resto de la alimentación. "Ahora utilizamos todas las fincas para producir tanto hierba como cultivos forrajeros", expone Alonso, quien pone como ejemplo de lo que ya cultivan el "raygrass" o el maíz forrajero.

Este sistema de producción también garantiza "un mejor manejo del rebaño" y, pese a que siempre existen, reduce en alguna medida el riesgo de que el ganadero caiga en números rojos, pues la inversión que tiene que hacer en la explotación es menor. Con todo, a este sistema de producción todavía le falta camino que andar y en la escasez de centrales que recojan la leche ecológica -en Asturias sólo hay una- está uno de los problemas. Al haber pocos productores, no existe un sistema de recogida con costes racionales -lo que resta rentabilidad al ganadero- y lo que muchos hacen es vender su producto a empresas que lo transformarán en yogures, quesos o postres.