Tan sólo los llantos conseguían romper el silencio sepulcral de la multitud que ayer se congregó en torno a la iglesia de Anayo, en Piloña, para dar su último adiós a Alejandro Sánchez. El joven, de 24 años, muy querido y conocido especialmente en su parroquia natal y el pueblo de Mestres, falleció a primera hora de la mañana del miércoles tras ser arrollado por un vehículo en la autopista "Y", a la altura de Trasona (Corvera).

El funeral, oficiado por el párroco recién llegado Recaredo Engonga, desbordó por completo el pueblo de Anayo. Una hora antes de los oficios ya empezaron a llegar los coches que la gente estacionó como pudo en los arcenes de la carretera de la localidad. Poco a poco la multitud fue concentrándose en los alrededores del templo y casi nadie habló una palabra. Los ánimos estaban por los suelos. "Son desgracias injustas que nadie se explican", se escuchó tímidamente entre los muchos que ayer trataron de explicarse la tragedia.

Especialmente numerosos fueron los jóvenes amigos del fallecido que quisieron despedirle sin poder contener las lágrimas. Dedicaron sentidas palabras de recuerdo para Alejandro. "Era muy servicial y siempre tenía buena cara para todos", coincidieron en señalar muchos presentes en el funeral, entre consuelos mutuos que les ayudasen a digerir este inesperado mal trago.

"Puede sonar a tópico, pero la verdad es que lo quería todo el pueblo", declaró Sonia Estrada, amiga del fallecido y vecina de Mestres, dónde éste pasaba mucho tiempo por lazos familiares de su novia Carolina González.

Todos coincidieron también en destacar las virtudes de un chaval que conoció pronto la dureza de la vida al perder por enfermedad a muy pronta edad a su madre y con el paso de los años se había construido una vida a base de esfuerzo. "Siempre estaba dispuesto a todo por tener empleo y ganarse la vida", indicó una amiga respecto al joven, que precisamente falleció cuando se dirigía a su puesto de trabajo en una empresa forestal.

A darle el último adiós acudieron, muy afectados, su padre y su hermano, poco mayor que él, así como su pareja, con la cual lleva escaso tiempo conviviendo en Infiesto tras un largo noviazgo y con la que tenía planes para toda una vida. "Estaban ilusionadísimos y con muchos proyectos de futuro en común, que hacen que la pérdida sea aún más dolorosa", apuntó una amiga de la pareja, que ejemplificó el sentir general de los asistentes al funeral.

"Estamos hechos polvo, porque si un accidente ya es de por sí doloroso, cuando se trata de alguien tan joven se convierte en algo terrible para su entorno", añadió la mujer.