La Hermandad de San Antón de Piloña, un colectivo informal creado hace nueve años y popularmente conocido como los "jóvenes jubilados" organizó ayer una comida en la que el marmitako de bonito fue el plato estrella y sirvió para reunir a unos 80 pensionistas de todo el municipio.

El convite tuvo lugar a las dos y media de la tarde en el llagar de Nando, en Mestres, pero desde varias horas antes una docena de voluntarios se encargaron de realizar los preparativos con el presidente de la Asociación Piloñesa de Micología, Pablo Prida, al mando de los fogones y el resto de participantes repartiéndose tareas como cortar el pescado, pelar los ajos o picar los ingredientes.

El colectivo surgió de manera inesperada cuando apenas una decena de recién jubilados decidieron ir a comer con motivo de San Antón a Sellañu. Desde entonces cada año se conmemora el día del patrón de los animales con una multitudinaria comida y se celebra otra por estas fechas otoñales. El éxito ha sido tal que en algunas convocatorias el número de comensales ha alcanzado los 130, obligando incluso a poner límites por cuestiones de aforo.

No fue el caso de la cita de ayer, que por diferentes motivos estuvo menos concurrida, pero aun así, la organización está más que satisfecha. "Coincidió con alguna excursión y bajas por otros compromisos, pero todavía somos un grupo grande", comentó Manuel Vigón. El objetivo de estos encuentros es estrechar lazos entre el grupo de edad más numeroso de concejo y aumentar la oferta de ocio de unos pensionistas que se reconocen amantes de la buena gastronomía y prueba de ello son la diversidad de platos que suelen degustar en sus comidas anuales, siempre con la calidad y buena mano del cocinero como principales reclamos.