Cuando María Rosete nació hace 44 años en el primer bloque del barrio riosellano de El Cobayu, la fiesta de San Miguel sumaba ya tres concurridas ediciones. El éxito se conseguía gracias al esfuerzo de vecinos como su padre Ramón Rosete, uno de los fundadores del evento, que ayer se repitió batiendo récords de asistencia.

Y es que en El Cobayu todos arriman el hombro para que su fiesta, la única en la villa marinera que mantiene la tradición de vestir el traje regional, se consolide como un clásico en el calendario astur. La joven Marta Barbas, por ejemplo, se encargó de portar el ramu pequeño con la ayuda de Candela Fernández, Paula González y Olaya Somoano. No sólo eso. También cantó con el coro infantil durante la misa de campaña y se marcó unos bailes a las órdenes de Sara Buenaga, del grupo El Corveru, organización que en octubre celebra su primer aniversario.

Por primera vez 14 chavales del barrio, de entre 3 y 12 años, representaron una muestra de folclore tradicional ante el numeroso público asistente. Para que todo saliera perfecto el día grande de la fiesta de San Miguel, los jóvenes ensayaron durante el verano. Entre ellos se encontraba Alejandro Capín, único varón del grupo. A sus doce años no tuvo reparos en marcarse unos buenos bailes, desde "La taconeada" hasta "El saltón", nada se le resistía.

La multitudinaria procesión partió pasadas las doce y media del mediodía de la iglesia parroquial con Alejandro Otero e Iván Suárez al frente portando la cruz. Detrás iban el gaitero de Naves Santi Galguera y Arturo Rodríguez al tambor. Ni ellos ni el centenar de aldeanas que portaban las panderetas tocaron los instrumentos al llegar a la altura del tanatorio. La villa marinera enmudeció a su paso por el número 13 de la Avenida Palacio Valdés en señal de duelo por el vecino César Llera, "el del bar La Marina", fallecido el sábado a los 46 años de edad.

En el festejo se estrenaron vecinas como Nerea Lavandera, que a sus 7 meses de edad ya vestía el traje de aldeana por capricho de su madrina Ana Belén Martino, que quiere que la tradición arraigue bien en su sobrina. Tras los benjamines desfilaba el ramo grande a hombros de Benito Pérez, Roge Martínez, Juan José Viego y Ramón Vega. Este último, miembro de la comisión de festejos desde hace casi una década, no quiso que su hijo de casi dos años Mateo Vega se perdiera la experiencia y le pasó el relevo en el ramo a Rubén Avín para poder coger al crío en brazos.

La imagen de San Miguel, a hombros de Ramón Vega, Toño Cuervo, Juanfer Suárez y Juan Martino, cerraba el cortejo. "Hacía tiempo que no se veía tanta gente con el traje regional", coincidía el público. Y es que San Miguel donde va triunfa, bromeaba alguno de los asistentes parafraseando un famoso anuncio publicitario de cerveza.