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Personajes de Cangas de Onís

Christian de Diego, un motorín en la cocina

Tras aprender el oficio familiar, el cangués vive entregado a su restaurante, que sólo abandona para evadirse con su Vespa

Christian de Diego, en Cangas de Onís, en su peculiar moto. J. M. CARBAJAL

Los olores de los guisos en aquellas viejas cocinas de leña en casa de sus abuelas Vitoria Rivera, natural de Avalle (Parres), y Josefa Antonia "Toni" Cagigal, oriunda de Zardón (Cangas de Onís), le marcaron desde su niñez. Además, el arte culinario tenía como materias primas buena parte de los productos de temporada cosechados con mimo en las respectivas huertas familiares. Todo ello, unido a la puesta en marcha de un establecimiento en San Juan de Parres por parte de sus padres -Pedro de Diego Rivera y Yolanda Yáñez Cagigal-, fundado en marzo de 1986, aventuraba un futuro ligado al mundillo de la restauración.

Christian de Diego Yáñez, de 32 años, lleva media vida dedicado profesionalmente a la cocina, desde que finalizase sus estudios en la Escuela de Hostelería del Principado de Asturias. Sus primeros pinitos entre los fogones los realizó de 1999 a 2001 bajo la tutela del prestigioso chef cangués Ramón Celorio. "Ramón siempre fue como mi padrino en esto de la cocina", apunta. Después, bajo recomendación de su mentor, acometió un periplo laboral por varios reconocidos establecimientos hosteleros y hoteleros en ciudades tales como Santa Cruz de Tenerife o Bruselas.

En la capital belga trabajó en el restaurante Les Asturiennes junto a otro buen amigo suyo, Toni Alonso, también cangués, pero aquello no duró mucho tiempo. "Los mejores años de mi vida fueron en San Sebastián, donde acabé enamorándome de la cocina vasca", matiza Christian, ya que, tras regresar de Bruselas y pasar otro año en el restaurante Arbidel, en Ribadesella, puso rumbo a tierras donostiarras para descubrir los grandes secretos de la actividad culinaria y participar en varios concursos con un compañero de fatigas, Pau Arrillaga.

Atrás quedaban sus primeros estudios en el Colegio Reconquista y, posteriormente, en el Instituto Rey Pelayo, ambos centros docentes localizados en Cangas de Onís. Su formación en la Escuela de Hostelería del Principado de Asturias, en la rama de cocina, fue la base para ir cogiendo puntos en ese duro y complicado sector. Tras la experiencia en lares de Donosti apostó por mudarse a Madrid, justo cuando la crisis económica causaba estragos. "Me fui en el peor momento", explica Christian, nada satisfecho de aquel paso dado. Después de meditarlo con calma, pensó que lo mejor era retornar a Asturias para dedicarse de lleno, desde 2011, al restaurante que regenta su familia en la localidad de San Juan de Parres.

"Mis abuelas fueron mis mejores maestras", asegura orgulloso Christian, recordando aquellos exquisitos olores en sus años de mozalbete. Ellas, además de sus padres (Pedro y Yolanda) fueron determinantes para que se decantase por la restauración. Nieto del afamado pescador de salmones "Antón, el Sacristán", al joven y notable jefe de cocina no le atrae esa actividad tradicional, pese a que en más de una oportunidad acudió al río Sella con el patriarca de la saga a probar fortuna. "A ninguno de los quince primos que somos le dio por la pesca. Ni siquiera entendemos", explica con una sonrisa De Diego Yáñez, que tiene una hermana, Aroa, que también trabaja desde hace tiempo en el restaurante familiar.

La pasión de Christian son las motos y los coches. Disfruta de su Vespa Iris del año 1986, una moto diferente y personalizada, en la que habitualmente suele acudir a comprar mercancía. De hecho, el pasado sábado participó en la tercera edición de La Travespera, tomándose de descanso esa jornada, una de las escasas que ha tenido a lo largo de estos meses de mucho ajetreo en su negocio. "Mi gran sueño es poder hacer algún día en moto la Ruta 66, la que cruza Estados Unidos de Este a Oeste", desvela, aunque para tal aventura deberá hacerlo con una moto de mayor cilindrada. Su afición al motor le viene de su progenitor, así como de Víctor "el de Bada", grandes amantes de ese mundillo. Tiene un bebé, Mauro de Diego Maniú, de sólo 5 meses de edad, fruto de su relación con su compañera Alexandra Maniú. "Prefiero que sea motero a cocinero", suelta con su característico gracejo.

"No soy nada futbolero, no me da más quién gane", comenta Christian, al que de chaval le tiraba el bádminton, en tiempos de Alfonso Rey como monitor de esa disciplina en el club cangués, con el que llegó a ser subcampeón de Asturias en categorías inferiores. "Sí que me gustan los deportes de raqueta", dice, aunque apenas dispone de tiempo para practicarlos. Sin embargo, otra de sus grandes aficiones es disfrazarse cada martes de Antroxu, siempre y cuando nada lo impida. Desde hace unos años se muestra camaleónico en las noches antroxeras por la ciudad de Cangas de Onís en compañía de David García ("Fifu"), igualmente vinculado al sector hostelero. No hace mucho sentaron cátedra imitando a Mauricio Colmenero y "Machupichu", la exitosa pareja de la serie televisiva "Aida". Su lograda caracterización propició que se adjudicaran el premio del concurso de disfraces.

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