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JUAN PRIEDE | Exalcalde de Piloña con el PSOE, pregonará el Festival de la Avellana de Infiesto, que se celebra el próximo fin de semana

"El mismo día que conocí a Villa dije que era un gángster, y no me equivoqué"

"Carmen Barrera cometió el gran error de querer ser secretaria general y de despedir a Iván Allende, cuando todos reconocían su gran valía"

Juan Priede, junto al hórreo de su casa, en Barbón. LUCAS BLANCO

Juan Priede Llano fue alcalde de Piloña por el PSOE entre 1983 y 1999. El próximo 20 de noviembre -día del aniversario de la muerte de Franco, recuerda- cumple 82 años y sigue viviendo muy de cerca el día a día de la política local a la que asegura llegó por casualidad y terminó por cogerle el gusto. Este domingo se encargará de leer el pregón del XLIV Festival de la Avellana de Infiesto.

-¿Le hace ilusión ser pregonero?

-En cierta forma ilusiona, pero también conlleva una responsabilidad de dejar en buen lugar al concejo. Fue algo que surgió de manera inesperada. Participé en la campaña del actual alcalde activamente y nos invitaron a ambos a una fiesta en Belonciu. Allí me comunicó que le gustaría que yo fuese el pregonero. En principio dije que no, pero insistió y acepté.

-¿Cómo ve el sector avellanero en la actualidad?

-Lo veo muy marcha atrás. En mi etapa de alcalde se reunían en el festival entre 12.000 y 14.000 kilos y este año se prevén algo más de 2.500. Esto se debe a diversos motivos, pero sobre todo a que hay menos población y más envejecida que progresivamente abandona los árboles.

-¿Qué haría falta para revertir esta situación?

-Que la Consejería facilite plantas a los agricultores y se fomente mediante subvenciones debidamente justificadas la creación de plantaciones accesibles. Si no hay estímulos para la gente joven, ésta huirá porque la vida en el campo es muy dura y las nuevas generaciones optarán por empleos menos sacrificados.

-¿Considera que se desaprovecha el fruto seco?

-Sí. Tanto la avellana como la castaña quitaron mucha hambre en diversas épocas y ahora podrían ayudar de forma complementaria algunas economías.

-¿Ha cambiado mucho Piloña desde 1999?

-Quería más no entrar en este asunto, pero bueno. Yo llegué en 1983 a la Alcaldía y estaba todo sin hacer. Durante 16 años tuve mucho apoyo del Principado y desarrollamos muchos accesos e infraestructuras. Igualmente compramos maquinaria propia y adquirimos mucho patrimonio. La corporación que nos sucedió, del PP, optó luego por vender casi todo y todavía así sólo echaron cuatro hormigonadas y nos hicieron pasar de un endeudamiento del 12% de 300 millones de pesetas en 1999 a una deuda de 1.200 millones ocho años después.

-Pero luego gobernó el PSOE ocho años.

-Sí. Luego llegó Camilo Montes. A mi entender se pasó el mandato en el despacho sin salir apenas a atender a los vecinos. Entonces el partido decidió optar por otro candidato y él puso el grito en el cielo, además de dejar de hablarme sin saber por qué.

-¿Qué pasó con Carmen Barrera?

-Empezó bien, pero cometió el error de querer ser secretaria general de la agrupación local. La agrupación se había decantado por Iván Allende para el cargo, pero ella se opuso y Juan Ramón Melendreras se ofreció a seguir para evitar disputas. Sin embargo, esto no sentó bien a Carmen, que optó por despedir a Allende como personal de confianza y el resto de concejales se opusieron, provocando la división. Todos veían a Iván como muy válido y se generó una división. Carmen se negó a readmitirlo y a cambio se comprometió a no repetir como candidata.

-¿Tiene buena impresión del actual alcalde?

-Va a ser un gran alcalde para Piloña, pero me temo que no parará aquí y se lo llevarán. Tiene 26 años, la carrera de Matemáticas, un muy buen carácter que le hace escuchar mucho y es muy trabajador desde pequeño que compatibilizó estudios con los trabajos del campo. Creo que nos lo van a quitar enseguida y lo lamento. Es muy eficiente y la prueba es que nada más que cogió la concejalía de Obras puso a funcionar la maquinaria que llevaba doce años parada.

-Se nota que sigue viviendo mucho la política

-Continúo formando parte de la agrupación como presidente y suelo ir de vez en cuando a las reuniones semanales. Me siento muy valorado por el partido. Goberné 16 años en el concejo, lo conozco bien y si puedo ayudar lo hago gustosamente.

-¿Echa de menos la Alcaldía?

-No. Estuve muchos años y el fin de mi etapa coincidió con la jubilación. Perdí en 1999 por sólo 50 votos y aguanté cuatro años por el compromiso que adquirí. Me gusta seguir al tanto de los pueblos de Piloña, pero sin tanta actividad.

-¿Cuándo decidió entrar en política?

-Yo tenía una serrería y vinieron varios afiliados del PSOE a buscarme a mi casa de Sevares. Primero les dije que no. Les pedí tiempo y terminaron por convencerme. La primera vez que vi al entonces alcalde Gilberto Espina tras designarme candidato me dijo que yo sería alcalde cuando él quisiera. Luego enlacé cuatro mayorías absolutas.

-¿Mereció la pena?

-Fueron 16 de los mejores años de mi vida y con lo que me quedo es que a día de hoy la gente me recibe con mucho cariño. Me ilusionó mucho que cuando acompañé a Iván Allende en la campaña la gente le dijera que a ver si conseguía ser tan buen alcalde como yo.

-¿Ve con preocupación la situación actual del PSOE?

-A nivel nacional creo que estamos mejorando. El nuevo secretario general está consiguiendo resultados dignos. En Cataluña se aguantó el tipo pese al crecimiento de otras formaciones como Ciudadanos. Tengo esperanza en que Pedro Sánchez reflote el partido.

-¿Y en Asturias?

-La situación es difícil. No tenemos mayoría. Javier Fernández me parece un buen gobernante, aunque es un poco frío, y tiene poco margen para hacer cosas.

-¿A qué achaca la pérdida de la hegemonía socialista de los años 80?

-La hegemonía se pierde si no tienes mucho contacto con la gente, no la escuchas y, por su puesto, no solucionas problemas que se pueden solucionar. No todo son grandes obras. Con pequeñas cosas y medidas sociales se puede atender a la gente. No se gobierna desde la mesa, sino ahí fuera. Hay que andar la calle y atender a todos los agentes sociales. Eso se descuidó y se generó descontento.

-¿Qué le parece el auge de Podemos?

-Desde el primer día dije que Podemos está abocado a desaparecer. No creo que tengan futuro porque desde el principio traen una forma de gobernar que no es posible. Si piensas que vas a entrar en un Ayuntamiento y solucionarlo todo en un día estás muy equivocado. Eso mismo le pasó a Rajoy. Ganó con mucha mayoría porque tenía soluciones para todo y luego no cumplió nada.

-¿Qué siente cuando le dicen que el PSOE es un partido de derechas?

-Lo pueden decir Podemos e IU porque creen que no se gobierna del todo para la izquierda. ¿Qué quieren volver al comunismo? Tanto la derecha como la izquierda tienen que ser moderados. Los extremismos son malos y ene l mundo cada vez son más escasos.

-¿Nunca se planteó el salto a la política regional?

-Me lo ofrecieron en su día, pero lo rechacé y en mi lugar fue Ana Rosa Migoya, que finalmente no fue elegida, pero entró más tarde para sustituir a Ballesteros. Yo con el ayuntamiento tenía suficiente.

-¿Qué opinión le merece Ana Rosa Migoya?

-Es una persona muy válida que trabajó mucho cuando fue consejera. Creo que no se portaron bien con ella. Era partidaria de Areces y nunca tuvo buena relación con Fernández. El "caso Marea" le salpicó sin estar implicada y la dejaron fuera. Para mí hicieron mal porque se quedó allí gente menos válida que ella.

-¿Le sorprendió el "caso Villa"?

-¿Te cuento la verdad? Desde el día que conocí a Villa dije que era un gángster y parece que no me equivoqué. Un día fui al comité regional. Villa empezó a machacar a Pedro de Silva con la mina. Pasaron dos horas y seguía con la mina. Me levanté y dije que me parecía bien, pero que había también otros temas que solucionar en Asturias. Villa se puso conmigo como una fiera y no volví a ir a un comité regional.

-¿Puede dar un adelanto del pregón del domingo?

-Lo voy a enfocar desde la historia de la avellana y luego me voy a centrar en la problemática actual. Intentaré estar a la altura.

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