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Los 200 partos de Isidora

"Por los quejidos de la madre ya sabía cómo iba a ser el alumbramiento", dice Isidora Fernández, la matrona de Cabrales, a la que dedicarán una calle

Isidora Fernández Álvarez, ayer, en su casa, en el barrio de Las Cortinas, en Arenas de Cabrales. EMILIO G. CEA

"Estoy muy contenta y agradecida. Es algo que nunca pedí ni esperé". Pocas personas en el concejo de Cabrales son tan queridas y apreciadas como Isidora Fernández Álvarez. A sus 93 años recibirá, en forma de calle con su nombre, el merecido reconocimiento a su trabajo como matrona durante más de tres décadas. Con sus manos ha ayudado a nacer a casi dos centenares de cabraliegos. "Me alegra que la gente esté también contenta. Se ve que me aprecian y es de agradecer. Algunas personas llevaban tiempo revolviendo con este tema", explica.

Afamada costurera, Isidora Fernández ha vivido casi toda su vida en el barrio de las Cortinas situado en Arenas de Cabrales, lugar donde una de las calles pasará muy pronto a llevar su nombre. Como muchas mujeres de la época compaginó su trabajo entre patrones con las labores en el campo y de ama de casa. Sólo el reuma que padece en las piernas ha logrado aplacar su gran vitalidad. Su afamada actividad como matrona empezó por casualidad.

"Un día me llamaron con mucha necesidad. Una mujer estaba dando a luz. Al llegar me encontré con la madre de pie y la criatura en el suelo. Atendí a la madre, cogí al recién nacido y lo envolví en una manta. Corté el cordón umbilical y coloqué a la criatura junto a su madre", recuerda. Descubrió en aquel momento que tenía un don especial para desenvolverse en los partos tras haber estado presente en muchos como observadora. Un don muy apreciado por Enrique Frieyro Zurita, histórico médico gallego afincado en Cabrales durante décadas. "Confiaba mucho en mí y me animaba a que estudiase. Me hubiera gustado hacerlo pero eran otros tiempos", dice. Isidora Fernández guarda un gran recuerdo de todos y cada uno de los alumbramientos en los que intervino. "Por los quejidos de la madre ya sabía como iba a ser el parto y en qué posición iba a venir la criatura", dice.

Casada y madre de tres hijos emigrantes a Bélgica, los avatares de la vida han hecho que dos de ellos muriesen poco antes de que se jubilasen. Las lágrimas recorren su rostro al recordarlos y se tornan en orgullosa sonrisa cuando habla de su único vástago vivo, Eloy Caso Fernández. "Viene a verme todos los veranos y durante las Navidades, y me llama todas las noches", explica. Las anécdotas que tiene fruto de su destacada labor como matrona son muchas. "Una vez estaba en el banco y me encontré con un hombre al que asistí en el parto. Se puso a decir en alto a todo el mundo que yo era la persona que le había ayudado a nacer. Me dio mucho apuro", indicó.

Isidora Fernández vive feliz en su Arenas natal, rodeada de gente a la que vio nacer. A finales del año pasado se rompió una cadera. Pasó su recuperación en una residencia situada en la localidad llanisca de Posada pero, una vez se sintió con fuerzas, regresó a su casa donde en compañía de una nieta.

"Volví con la intención de quedarme", confiesa con gesto pícaro la matrona de Cabrales.

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