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El Festival de la Avellana tiene historia

Luis Cardín Meana. REPRODUCCIÓN DE M.M.

El Festival de la Avellana de Infiesto, que se celebra el domingo, tiene historia. Y mucha. Bien la conocen Luis Antonio Azcoitia "Lele" y José Manuel Rodríguez "Paradona" porque escribieron parte de ella. Fueron dos de los fundadores en 1972 de la primera fiesta en honor al fruto del que es rico el concejo piloñés.

Recuerdan que la iniciativa surgió de la Sociedad de Iniciativas y Fiestas (SIF), que se creó en 1969 y de la que formaban parte. "Horacio Fernández Artidiello, que era viajante de Casa Cepeda, venía los sábados de vender de la zona de Campo de Caso y la Marea y siempre traía bolsas de avellanas. Nos reuníamos en la sidrería El Puente y en el bar de Naredo (hoy La Posada de Barro) a comerlas y a hablar", explica José Manuel Rodríguez. Lele Azcoitia añade que "Ángel Mayor Palacios y Horacio Fernández siempre decían que había que hacer algo, pero no sabíamos qué". Así que después de darle vueltas y vueltas a la idea decidieron poner en marcha el Festival de la Avellana de Infiesto, para potenciar el fruto y su cultivo.

Aquella primera edición fue un éxito rotundo, aunque faltó mayor participación de cosecheros. "Bajé a tres mujeres de La Marea con tres sacos de 60 kilos cada una y al momento desaparecieron", rememora Rodríguez. Con ellas había otro vendedor de Espinaréu. La escasa asistencia de productores avellaneros se debió a que al principio, como suele ocurrir demasiadas veces, "la gente no creyó" en ellos. Pero el año siguiente las cosas cambiaron. "Empezaron a bajar en coches y camiones. Llegó a haber hasta 13.000 kilos", argumenta José Manuel Rodríguez.

El gobierno local únicamente colaboró con ellos prestándoles los sillones en los que sentaron a las autoridades. Pero el tiempo sí se puso de su parte y en aquel domingo que "amaneció radiante", como recuerda Azcoitia, Infiesto se llenó. "Hubo restaurantes que tuvieron que dejar de dar comidas porque se quedaron sin pan", destaca.

En aquella primera edición José Ramón Alonso Pintueles "Monchu", el presidente de la asociación presentó el festival, y María José Arenas Riestra ejerció de madrina. Durante años el pregón y la misa se celebró en la Cueva y los grupos folclóricos desfilaban hasta Infiesto, centro del festival. Rodríguez cree que se deberían organizar actividades por la tarde.

Los organizadores de esta fiesta tuvieron el honor de entregarle al rey Juan Carlos de Borbón la Avellana de Oro en el Palacio de Oriente el 12 de mayo de 1981.

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