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La faba colunguesa, retrasada por la lluvia

Los productores explican que la abundante agua caída durante el verano hizo florecer de nuevo la alubia, que todavía no ha secado

Vicentina Priesca, en su casa de Loroñe, esbillando fabes de la granja. P. M.

Las lluvias caídas durante el verano hicieron reverdecer las plantas de faba, que estaban en proceso de secado tras ser sembradas en mayo, lo que está retardando su recolecta. Así lo explican productores de Colunga como Vicentina Priesca, de Loroñe, a mes y medio de que el concejo celebre la 25ª Edición de la Feria de les Fabes. El evento tendrá lugar el domingo del puente de la Constitución, en diciembre, y los cosecheros locales competirán allí por ver quién ha cultivado la mejor alubia.

El verano comenzó con mucha sequía, pero a finales de julio y principios de agosto las lluvias fueron intensas. "Con el agua y el calor, la planta volvió a florecer, a reverdecer", explica Priesca antes de añadir que la cosecha, este año, "viene retrasada". A estas alturas del otoño -para el puente del Pilar- la familia de Loroñe suele tener la cosecha recogida, pero este año todavía tienen buena parte en la tierra porque todavía hay plantas verdes. Ahora necesitan que vengan días de buen tiempo para que la plantación pueda secar y madurar y ser recolectada, pues mojada no se puede coger.

Vicentina Priesca obtuvo en 2008 y 2013 el premio a la mejor faba del concejo y su hermana Carmina se lo llevó el año pasado. Lleva décadas sembrando fabes y en la actualidad ella y su familia cultivan una hectárea de terreno, una extensión en la que la faba "la granja" es la gran protagonista, aunque también hay fabes "del vino", "de gloria" y faba "roxa". La primera "es la más delicada, a la mínima humedad ahí tienes la mancha", describe Priesca, quien ve "bastante" los trece euros el kilo a los que se vendió la faba en la feria del año pasado.

Lo ve razonable porque, añade, "no es la faba sólo, después hay que ponerle compango", pero destaca el intenso trabajo que requiere cultivar esta legumbre. El proceso comienza en el mes de mayo y en casa de Valentina Priesca lo hacen "a la antigua". En primer lugar abonan con estiércol y aran la tierra, que luego allanan para sembrar con su propia simiente. "Cuando vamos esbillando (separando la alubia de la vaina) escogemos la buena, la grande, para sembrar después", explica la colunguesa.

El proceso no acaba con la faba en la tierra, sino que hay que "sallar", limpiar el terreno varias veces a lo largo del crecimiento, que refuerzan con un sistema de estacas y alambres para facilitar a la planta el ascenso. La instalación se completa con el cierre que trata de frenar al jabalí, que a Priesca le acabó este año con les fabes que tenía plantadas junto al maíz. El Principado les compensa económicamente, pero no equivale al trabajo que requiere sacar la plantación adelante. La familia colunguesa vende su producción a particulares y restaurantes del concejo de Colunga y de los aledaños, además de en la feria de diciembre, "donde se venden muchas", asegura, y el año pasado agotó la producción. Priesca confía en que el tiempo favorezca a la cosecha en este último tramo antes de pasar de la tierra al puchero.

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