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"El Carterín", un experto en raza casina

Manuel Traviesa García acumula premios en los concursos nacionales con sus reses, que en invierno cría en su finca extremeña

Manuel Traviesa García, en Cangas de Onís. J. M. CARBAJAL

Corría el año 1986 cuando se constituyó la Asociación Española de Criadores de Ganado Vacuno Selecto de la Raza Asturiana de la Montaña (ASEAMO) con la intención de velar por la pureza y conservación de esta raza, así como de aglutinar los intereses de sus productores. La vaca casina figura en el Catálogo Oficial de Razas del Ministerio de Agricultura (R.D. 1682/97) como raza de protección en peligro de extinción. Hoy en día, gracias al buen trabajo despachado por el colectivo de ganaderos, con el apoyo de las administraciones públicas, la citada raza registra un buen momento.

Manuel Traviesa García, motejado cariñosamente como "el Carterín", 37 años de edad, representa uno de los mejores ejemplos del buen hacer en la recuperación del ganado casín en el área de influencia de la vertiente canguesa de los Picos de Europa. Natural de Igena, aldea perteneciente a la parroquia de Zardón (Cangas de Onís), lleva quince ediciones consecutivas obteniendo el galardón al mejor criador de esa raza en los concursos-subasta nacionales que viene organizando ASEAMO, desde hace treinta y cuatro años, por diversos puntos del Principado de Asturias.

"El Carterín" siempre estuvo vinculado al sector ganadero, pues su padre -fallecido años atrás- Ángel Traviesa Zardón, que era oriundo de Riensena (Llanes), fue unos de los cofundadores a mediados de los 80 del siglo pasado de ASEAMO. La ganadería de Traviesa siempre brilló en los distintos certámenes y muestras de la raza casina, cosechando infinidad de premios a lo largo y ancho de la geografía asturiana. En la última edición del concurso-subasta nacional, en Nava, "Guindina" se alzó con el título de campeona nacional 2015, premio que también consiguió hace cuatro años; y en 2014 fue "Bandera II" la distinguida con ese galardón.

Dentro de nada, en diciembre, Manuel "el Carterín" pondrá rumbo a tierras extremeñas con medio centenar de cabezas de ganado casín, concretamente a Jerez de los Caballeros (Badajoz), donde tiene arrendada una amplia finca de 150 hectáreas para que pasten sus reses durante la larga temporada invernal y hasta bien entrada la primavera, cuando las trasladará, nuevamente, a Casasuertes, pedanía del concejo de Burón, cerca de Vegacerneja, en la Montaña de Riaño (León).

"Otra cosa no sé hacer", comenta el joven ganadero cangués, entregado de lleno a la crianza de la raza de asturiana de la montaña.

Estudió en la escuela pública de Igena, hasta 5.º de EGB, y después en el colegio de educación infantil y primaria Reconquista, en Cangas de Onís. Pasó, seguidamente, al Instituto Rey Pelayo, también en la urbe canguesa, pero acabó abandonando los libros en 4.º de la ESO, con 16 años. Poco más tarde, a los 17, se marchó voluntario al Acuartelamiento del Regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros nº 12, desplegado en Zaragoza. Allí estuvo nueve meses, pues, a raíz de enfermar su progenitor, decidió hacerse cargo de la cabaña ganadera -alrededor de centenar y medio de reses, en aquellos tiempos.

El apodo de "Carterín" le viene de su padre, al que conocían en el gremio por Ángel "el Carteru", aunque en realidad la que ejerció esa profesión como cartera rural de Correos fue su madre Rosa María García Martínez, quien a lo largo de más de cuatro décadas se encargó del reparto de correspondencia por los pueblos y aldeas de las parroquias de San Martín, Labra y Zardón, todas ellas en términos municipales de Cangas de Onís. Manuel tiene otras dos hermanas, una de las cuales, igualmente, se dedica al mundillo de la ganadería. "Nunca trabajé de cartero. Bastante fui de guaje con mi madre por los pueblos a llevar las cartas", recuerda.

La vena ganadera comenzó a sentirla con apenas 6 años, acompañando a su progenitor al veterano Certamen de San Agustín, en Avilés. De aquella ya empezaba a gustarle ese mundo, aunque hubo un momento en el que pensó hacer carrera profesional en el Ejército, truncada, en parte, a raíz de enfermarse su padre. Ahora, inmerso de lleno en criar casinas y disfrutar de algunas de las mejores reses "de pasarela" de la citada raza asturiana, apenas dispone de tiempo libre. Lo que no falla, cuando encaja, en su habitual tentempié en el Peñalver, en la avenida de Castilla, momento que aprovecha para charlar con los amigos.

No le atrae la práctica de la caza, ni tampoco la pesca fluvial, como a muchos en Cangas. Lo suyo son las vacas. Jamás se dedicó a la elaboración de queso, ni en el puerto, ni mucho menos en el valle. Se entretiene con el fútbol, pero como mero espectador, sintiéndose hechizado por los colores del Sporting de Gijón y del Real Madrid. De momento, las reses son su particular mundo y es que, por detrás, vienen pisando fuerte otras xatas y novillas que tomarán el relevo a las campeonas nacionales a mucho no tardar. La ganadería de "El Carterín" de Igena siempre en la cresta de la ola. Como debe ser.

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