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La patata china arrasa en Parres

Charo Peón cultiva en su huerta de Huexes el chayote, fruto de una planta trepadora americana que vive un "boom" gracias a la demanda de la comunidad asiática

Una patata china C. CORTE

Mejora la circulación, no contiene grasas saturadas, es una fuente de fibra dietética que ayuda a controlar el colesterol y está buenísima. Estas son algunas de las propiedades que Charon Peón atribuye al fruto de la chayotera: el chayote. Esta parraguesa lleva más de una década cultivando estas plantas cucurbitáceas trepadoras procedentes de América en su huerto de Huexes pero no fue hasta este año cuando vivió un "boom" en la demanda de la mano de la comunidad china. "Bajamos todos los años alguna al certamen de la Castaña de Arriondas pero para adornar porque como es poco conocida nadie la compraba. Este año muchos orientales, que conocen sus beneficios, se interesaron por ella así que tuvimos que subir a Huexes a coger más de la planta porque quedamos sin provisión. Vendimos como veinte kilos", celebró la parraguesa.

El chayote, cuyo precio de mercado ronda en la actualidad los dos euros el kilo, tiene una forma similar a la patata. Aunque generalmente se le considera un vegetal y se prepara como tal, realmente es una fruta. De hecho, en Argentina se conoce como papa del aire, en Chile como papa de pobre y en España como patata china.

El chayote de Peón es de color blancuzco, puede pesar entre 500 gramos y dos kilos, tiene pinchos y su sabor es dulce, lo que lo hace apto para comerlo incluso crudo si se le retira la cáscara. "Recuerda algo al sabor de la pera y una planta puede dar más de ochenta kilos", comenta Peón, que ya planea hacerse con una nueva variedad de color verde y sin pinchos.

Su progenitora, Hortensia González, asegura que lo mismo se la come en una tortilla que en una especie de ensalada rusa, puré o un salteado con ajo. "Dicen que ayuda al cuidado del pelo, piel y uñas. Sus raíces también son comestibles y hasta sus hojas se pueden hervir en té", relata.

Pero no sólo los humanos se benefician de las cualidades de la patata china: "nos comentó un cliente de Canarias que se lo echó a los cerdos y que en la vida le salieron unos jamones más ricos, mejor que si hubieran comido bellotas", asegura Peón, que ante la buena acogida ya planea duplicar la plantación hasta los 20 ejemplares. "También tiene buena aceptación entre los latinoamericanos que lo usan mucho en sus platos", comenta.

El chayote, también conocido como calabaza espinosa (sechium edule), fue cultivado en Méjico y América central por aztecas y mayas en época precolombina e introducido en Europa por los exploradores a partir del siglo XVIII. Unos de los principales productores en la actualidad son Costa Rica y Méjico. Allí incluso los tallos se aprovechan para hacer cestas o sombreros.

Entre las propiedades atribuidas a la patata china está el ser una fuente ideal de vitamina C, tener minerales de sodio y potasio, antioxidantes flavonoides Aunque a priori necesita un clima tropical, la planta se ha aclimatado muy bien en Parres, donde es la reina de la huerta. "Tienen que tener el suelo húmedo, un palo por donde "esguilar" (trepar) y no le gusta la sombra. Sólo tiene una semilla y es perenne", relata la agricultora. Peón las planta en marzo, en la misma época que las patatas y recoge el fruto -de la misma familia a la que pertenecen melones, sandías y pepinos- en noviembre. Lo hace con la ayuda de una vara y equipada con guantes para evitar pinchazos indeseados.

La chayotera no es la única planta exótica que campa a sus anchas por el huerto de Peón. La parraguesa cultiva tomates de árbol "ideales para hacer batidos con agua y leche" y otras rarezas como maíz azul o morado que trajo de Portugal y que le permite hacer palomitas de colores.

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