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El consultorio oriental

Es un mito que la castaña engorde mucho

Cien gramos del fruto seco, unas diez piezas, aportan unas 200 kilocalorías ya que casi la mitad es agua

Castañas. M. M.

Las castañas son las reinas del bosque en el otoño, junto con las setas. Ir a la gueta (a recolectarlas) es una tradición que aún sigue muy viva en la zona rural asturiana y más en estas fechas de amagüestos, en los que la sidra dulce no falta.

Sobre la castaña pesa el mito de que engorda, a pesar de que es uno de los frutos secos con menos calorías. La prueba es que cien gramos, unas diez castañas, aportan entre 190 y 200 kilocalorías, mientras que la misma cantidad de almendras, avellanas o nueces ronda entre las 500 y 600 kilocalorías. Otros alimentos o postres cotidianos como, por ejemplo, un yogur griego azucarado tiene 174 kilocalorías; un plátano, unas 68, y una manzana, dependiendo de su tamaño, ronda las 60.

Casi la mitad de la castaña es agua (48%), de ahí su bajo valor calórico. El resto son carbohidratos (45,5%), principalmente complejos con bajo índice glucémico, lo que supone que sean digestiones más lentas. Este fruto también tiene fibra (8,1%), por lo que puede convertirse en un aliado en la dieta para prevenir el estreñimiento. Tampoco faltan en la castaña proteínas (2%) y grasas (2%). Estas últimas están presentes en menor cantidad que en otros frutos secos como nueces, almendras o avellanas, en las que las grasas, aunque saludables, suponen un aporte calórico extra. Otra ventaja de las castañas es su efecto saciante. Hay estudios que les atribuyen propiedades antiinflamatorias y vasculares.

Además, estos frutos tan propios del otoño tienen vitamina C y el ácido fólico, aunque cuando se cocinan disminuyen. Son una fuente rica en minerales. Su contenido en potasio ayuda a eliminar toxinas y su aporte de fósforo viene muy bien para la función cerebral, mientras que el calcio beneficia al fortalecimiento de los huesos. El magnesio mejora la contracción y relajación de los músculos y el hierro evita la anemia. Las vitaminas del grupo B ayudan a obtener energía de las grasas. La vitamina A es adecuada para la piel y la C, previene de resfriados y ayuda a cicatrizar heridas. Ambas protegen de tóxicos y el envejecimiento. También contiene zinc. Además, las proteínas y carbohidratos mantienen las defensas en forma.

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