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El vino submarino lastrín, en primavera

El langreano Javier Domínguez ha sumergido a 5,5 kilómetros del puerto las primeras 588 botellas de un caldo "que será único y diferente"

Un momento de las maniobras necesarias para sumergir las 588 botellas en el puerto de Lastres. REPRODUCCIÓN DE P. M.

Las primeras 588 botellas del vino fondeado en Lastres emergerán en la primavera. El empresario langreano Javier Domínguez fondeó la primera remesa de su innovador proyecto el pasado seis de noviembre y, pese a que el tiempo que permanezcan en el fondo dependerá de la evolución del propio caldo, la estimación es de entre seis y ocho meses.

La maniobra para fondear el vino fue compleja porque tuvieron que instalar los muertos (muros de hormigón que sujetan las jaulas) y otros elementos del sistema como la bolla de señalización. "Fue necesario un equipo de seis buceadores y dos embarcaciones", relata Domínguez, que fue uno de los buzos que se sumergieron para depositar, con sumo cuidado, las botellas a 28 metros de profundidad.

Salieron del puerto de Lastres y se dirigieron unas dos millas y media (unos 5,5 kilómetros) hacia el noroeste. "Dado lo delicado del transporte del vino, para bajar los 'jaulones' se emplearon globos de aire de tres toneladas y trácteles, un sistema de grúa manual para realizar una bajada controlada", describió el promotor de los vinos "Cantábaco", la marca bajo la que se comercializará el caldo fondeado en Lastres.

Las maniobras en el agua duraron unas ocho horas, durante las cuales los seis buzos se alternaron en turnos de cuarenta minutos. En esta primera inmersión tuvieron que bajar toda la instalación, pero el "jaulón protector" quedará en el fondo para las siguientes, mientras que el "jaulón botellero" será el que suba y baje con las botellas. En primavera se sacarán las que se han sumergido ahora y dado la complejidad y el coste económico de la operación, se aprovechará la maniobra para sumergir una nueva remesa.

Para cuando salgan estas primeras botellas, el vino habrá pasado por un complejo proceso con un resultado único. La uva procede de viñedos viejos, de unos sesenta años, plantados en suelos "muy especiales, arcillosos y calcáreos", explica Luis Rodríguez, de la Bodega D. Luis R., en La Rioja alavesa. Es la "bodega madre", donde realizan una "vendimia manual" y una posterior fermentación en "depósitos troncocónicos con control de temperatura", detalla Rodríguez. De ahí el vino pasa a unas ánforas de hormigón y completa la crianza en "barrica de roble francés durante catorce meses".

El siguiente paso es el embotellado, tras lo que permanece un año en la bodega y ya de La Rioja alavesa viaja hasta Lastres para sumergirse en el fondo del mar. Se trata de una "variedad tempranillo de grano fino y baja producción" que bajo el mar sufre un proceso que "científicamente" no pueden demostrar. Rodríguez plantea una escena "con cuatro actores vivos: la mano del hombre, la tierra, el vino y el mar", que interactúan y dan como resultado un caldo "único y diferente".

El carácter del bodeguero, el que luego imprime la tierra y el que remata el mar logran un caldo que ya ha despertado interés tanto nacional como internacional.

"Tenemos bastante gente siguiendo el proyecto" explica Javier Domínguez, quien continuará con las catas periódicas para que la bodega madre vaya analizando la evolución del vino.

La técnica no está ni mucho menos generalizada, aunque hay otras empresas en España que producen este tipo de caldo. El resultado de la maduración submarina de ciertas bebidas se descubrió por accidente, al comprobar que las botellas rescatadas de los barcos naufragados conservaban sus cualidades e incluso las mejoraban, llegando a pagarse grandes sumas por algunas de ellas.

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