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El censo de invierno en la ría riosellana arroja menos aves, pero especies nuevas

La suavidad de la estación en Europa retrasa la migración de los pájaros que eligen la desembocadura del Sella para invernar

Un fotógrafo captura algunas aves acuáticas en uno de los islotes de la ría de Ribadesella. P. MARTÍNEZ

La ría de Ribadesella está estos días poblada de menos aves acuáticas que de costumbre, pero aloja invitados de excepción, que incluso han atraído la atención de varios ornitólogos. Esta es una de las conclusiones que avanza el censo de aves acuáticas que miembros de la Coordinadora Ornitolóxica d'Asturies (COA) realizaron a mediados de este mes. La suavidad del otoño y lo que va de invierno en toda Europa ha hecho que las aves del norte y el centro del continente, que migran por la falta de comida que acarrean las bajas temperaturas, hayan llegado en menor cantidad al concejo.

Adrián Vigil es el encargado de este conteo y destaca la presencia de especies como el archibebe común, "que pasa el invierno por primera vez en la ría de Ribadesella", así como el zarapito trinador, nunca vistos desde que la COA empezó con estos censos en 1978. Hay otras dos especies nuevas en la ría, el elanio azul (por el que se han desplazado varios expertos en ornitología hasta Ribadesella) y el aguilucho lagunero. "Hubo uno de cada, aunque estas son aves rapaces", aclara Vigil, quien además tuvo localizada una garza imperial (una especie que nunca ha invernado en Asturias) hasta diciembre, pero en los días en que realizó el censo no la vio.

Otras especies como el chorlitejo grande, del que Vigil también localizó un ejemplar, son poco frecuentes pero ya han invernado alguna vez en Ribadesella. En el censo también se contabilizaron 26 andarríos chicos, dos archibebes claros, 64 ejemplares de agachadiza común, un avefría, dos ejemplares de martín pescador, cinco de zampullín chico, una focha, quince gallinetas, tres rascones y veintidós garcillas bulleras.

Completan esta lista los ocho ejemplares de garceta común que avistó Vigil, seis garzas reales, 19 cercetas comunes y 136 individuos de ánade real (patos). Los cormoranes grandes también son aves acuáticas que se contabilizan en este censo y el miembro de la COA avistó un total de 56, mientras que el número de gaviotas reidoras ascendió hasta las 213. De otra especie de gaviota, la sombría, avistó seis ejemplares y de la patiamarilla 74. "Con el otoño suave que vino hay muy poca cantidad de muchas especies", expone Adrián Vigil, quien tiene en cuenta otros factores de influencia en el conteo. "El número de gaviotas cambia de un día para otro, y como hubo tan mala mar quizás estén metidas para el interior, porque lo normal es que en invierno haya cantidad", apunta el integrante de la COA, quien descarta que el descenso en el número sea preocupante o significativo, pues estas aves estarán "buscándose la vida. Cada vez hay menos barcos y menos comida y en el interior también invernan", añade.

Este descenso se ve, por ejemplo, en la colonia que suele vivir en el pedral de Arra, donde algunos inviernos Vigil ha contabilizado hasta 400 ejemplares. "Vas ahora y no hay ni una", destaca. También hay menos patos que otros años y menos agachadiza, una especia de la que se han llegado a contar doscientos individuos y este año se vieron 64.

Otras especies, como el andarríos chico, crían en Ribadesella, y el zampullín chico eligió el concejo en alguna ocasión, "pero no es lo habitual". También se quedan en Ribadesella para criar la gallineta y el ánade real, algún año lo han hecho las fochas, pero tampoco es lo más frecuente, como sí lo es que lo hagan el rascón, la gaviota patiamarilla y el martín pescador.

Los ornitólogos sí están preocupados por lo que sucede con el cormorán moñudo, que no se cuenta en el censo porque no entra en la ría, se queda en la mar. Vigil avistó 17 y cree que hay "un problema" cuando en este grupo hay solo un individuo joven. Se trata de una especie con una mortalidad alta debido, creen los ornitólogos, a las redes y palangres de la flota de bajura.

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