"Una cosa es lo que se pide y otra muy diferente lo que al final se paga". Palabra de José Ramón Campillo, agente inmobiliario. Tanto así que, aunque admite que Llanes tiene de nuevo los pisos más caros de Asturias, como ocurría antes del estallido de la crisis, el precio "real" al vender se sitúa entre 1.200 y 1.350 euros por metro cuadrado, según el estado del inmueble, su ubicación y su antigüedad. Ello porque del precio marcado por el vendedor, con el que las agencias de internet calculan los precios medios, se baja "un quince o un veinte por ciento, mínimo", subraya Campillo. En todo caso, aunque el mercado de compraventa parece que empieza a recuperarse, es el de los alquileres el que ha subido con fuerza en los últimos años. De hecho, mientras que hace un decenio los alquileres suponían menos de un 10 por ciento de los ingresos de las agencias inmobiliarias, en la actualidad suponen ya un 40 por ciento. Y subiendo.

Campillo acaba de vender un piso de 67 metros cuadrados por 85.000 euros y otro de 110 por 97.500; eso sí, un tercero sin ascensor. Vender chalés es "mucho más complicado", sobre todo, porque los bancos no financian, asegura. "Y eso que ya vendieron todo su stock", añade el empresario, que indica que en Llanes aún quedan pisos a la venta a buenos precios, pero no hay compradores. "El negocio ya no es lo que era", indica, a la vez que asegura que el mercado que mejor funciona en la actualidad es el de los alquileres: un piso de una habitación por 300 euros al mes; uno de dos por entre 350 y 375, y uno de tres por entre 400 y 450. Eso en la villa de Llanes; en Posada, mucho menos, afirma. ¿Casas con jardín? Pocas en el mercado, 400 euros la de dos habitaciones y 550 la de tres son los precios medios, indica Campillo.

Pero si vender se ha puesto difícil, comprar se antoja casi imposible. Es la experiencia de Carolina Sánchez de Arce, una madrileña que acaba de adquirir una casa en Caldueñu, en el concejo de Llanes. Lleva más de veinte años acudiendo a Asturias, en el verano, en Semana Santa y en muchos puentes. Desde hace diez se alojaba junto a su familia en una casa rural de Las Xareras. Decididos a comprar, miraron y volvieron a mirar hasta que vieron la oportunidad soñada: una casa de 72 metros cuadrados, con dos plantas, por las que pedían 49.000 euros, pero que consiguieron bajar hasta 32.500. Sólo 15 días antes de la fecha pactada para firmar (el vendedor vive en el extranjero) estuvieron a un paso de dar marcha atrás por las continuas trabas que les ponía su banco. Lo intentaron primero en Asturias, pero ninguna entidad les dio crédito para comprar una casa en la zona rural, y menos aún al ser segunda vivienda. Y eso que tienen dos buenos sueldos y la hipoteca de su primera residencia casi pagada. Acabaron recurriendo a su banco. Pero la entidad no quiso hipotecar la casa llanisca, sino que les obligó a concertar una segunda hipoteca sobre su vivienda de la capital de España, y sólo por el ochenta por ciento del precio de venta: 26.000 euros. Así que tuvieron que poner el resto, más los gastos. "La gente no encuentra financiación, lo de los bancos es una tomadura de pelo", señala la madrileña.