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Alivio en Llueves al saber que van a prindar la treintena de vacas errantes

"Tengo una verja bien grande, si no se meten hasta la cocina", señala una vecina

Rosa M.ª Cortina, Pipo Fernández y Macario Mateos, ayer, mostrando los daños de las vacas (en el recuadro) en la finca de este último en Llueves. C. CORTE

"Aliviados porque era una impotencia, como las vacas campaban a sus anchas sin que nadie hiciera nada...". Así dicen sentirse los vecinos de Llueves tras conocer que la treintena de vacas errantes que desde hace más de cuatro años vagaban por la localidad serán prindadas en cuestión de días. Los lugareños relatan cómo los animales, propiedad de un vecino de Celangu, se adueñaban de sus fincas preferiblemente al anochecer, utilizando el porche de algunos como cama, el huerto de otros como nevera y los caminos públicos como retrete.

A comienzos de julio el concejal de Ganadería de Cangas de Onís, Gonzalo Suero, mantuvo reuniones con el propietario "que no llegaron a buen puerto". Esto motivó que el propio director general de Ganadería, Ibo Álvarez, visitara personalmente al dueño para convencerlo de que realizara el saneamiento, que se fijó para el 9 de noviembre. En esa fecha el de Celangu sólo habría presentado 16 de sus 33 animales, motivo por el que se inició un expediente para prindarlos, que concluirá en corto espacio de tiempo.

Así las cosas, el Ayuntamiento ya ha habilitado el Mercado de Ganado para acoger a las reses. Cazarlas no va a ser tarea fácil, adelantan vecinos como Macario Mateos. "En cuanto ven alguien cerca echan a correr, son esquivas, aunque a las pocas horas ya vuelven", relata. Este lugareño llegó a presentar en los últimos días hasta dos denuncias ante la Guardia Civil de Cangas "porque me rompían el cercado, llevaban todo por delante aunque les pusiera la llendadora".

Un olivo traído de Cáceres o una quincena de manzanos fueron sólo algunas de las plantaciones que las reses destrozaron en su huerto, "y no me entraron a la cabaña porque tenía la puerta cerrada", aclara. En una situación similar se encuentra la vecina Rosa M.ª Cortina, que celebra que "el tema esté encauzado porque era un sinvivir", aclara. "Yo tengo una verja bien grande, si no se me meten hasta la cocina".

"Queremos dar las gracias a la Policía Local, que hubo días que subió hasta siete veces por denuncias de vecinos, pero ellos poco más que sacar fotos podían hacer y el dueño no entraba en razón por más que le habláramos", relata. Uno de los platos favoritos de las vacas errantes eran los pastos de Pipo Fernández. "Antes sacaba hasta 300 fardos de mis fincas y desde que están las vacas sólo 60", apostilla.

Los vecinos lamentan que "la burocracia hiciera que el proceso de prindaje se eternizara en unos momentos en los que la tuberculosis bovina está tan al acecho". Pero alguno acabó por cogerle apego a las vacas errantes. "Al final los animalinos no tienen la culpa de lo que hacen sus dueños", concluyen.

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