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Ángel Blanco, escopeteru mayor

"Angelín el de La Moda", con 96 años de edad, cerró el sábado la temporada de caza en el coto de La Parraguesa

Ángel Blanco Vega. J. M. CARBAJAL

El pasado sábado, 30 de enero, Ángel Blanco Vega ponía colofón a la campaña cinegética en el coto de La Parraguesa. En ésta última cacería de la temporada al jabalí le tocó acudir al área de La Cuesta de Cangas, como integrante de la cuadrilla liderada por Servando Escandón, más conocido por "Vandi". Madrugó, como es de rigor cuando se practica esa actividad deportiva, pues a las ocho de la mañana ya salía de su domicilio familiar, en la peatonal calle San Pelayo de la ciudad de Cangas de Onís, rumbo a su puesto de caza, cuando la niebla aún cubría buena parte de la urbe canguesa; finalizaba la jornada, pasadas las siete de la tarde, regresaba de nuevo a su casa.

Todo entraría dentro de la normalidad en ese mundo de la caza si no fuese porque Ángel Blanco Vega cuenta 96 años de edad -nació el 19 de noviembre de 1919, en el núcleo rural de Arenes, en vecino término municipal de Parres-, siendo uno de los cazadores en activo más longevos de España en la caza al jabalí y en cuadrilla.

Se inició con tan sólo 17 años de edad, en el área de L'Aspru (Parres), abatiendo su primer jabalí, en una cacería que desplegó en el lugar denominado "El Xelgueru", junto a su hermano Emilio y un amigo, "Manolo el de El Modelo", desplegando las labores de montero otro ilustre personaje de la caza en la comarca: "El Gabiñu".

El ejemplar pesó algo más de 100 kilogramos y hubo de ser porteado a pie, en dos varas y a hombros un largo trecho: de la zona de L'Aspru hasta Arenes de Parres, pueblo en el que antaño residía Ángel con su familia.

Mucho tiempo transcurrió desde entonces, con miles de anécdotas registradas; momentos buenos y otros nada halagüeños; infinidad de piezas cazadas, sobremanera jabalíes y liebres -su otra pasión-, así como algunas codornices, entre otras especies. Y es que casi ocho décadas de afición cinegética dan para mucho. Eso sí, el último suido que mató, hasta la fecha, fue hace ahora un año, en los últimos coletazos de la temporada 2014-15, en el lote de la zona de Següencu, en los límites del parque nacional de los Picos de Europa, de escasos 40 kilos de peso.

En la recién concluida campaña 2015-16 Ángel Blanco, escopeteru mayor de Cangas, no tuvo fortuna, pues no consiguió cazar ningún ejemplar. No fue por falta de puntería, sino porque no le echaron suidos hacia los puestos que él ocupaba en las distintas batidas desplegadas durante el curso. "El único que vi en toda la temporada fue en una anterior cacería en Triongu, y cuando estaba a punto de tirarle me avisa el guarda de que ya se había alcanzado el cupo -tres piezas por cacería y jornada-. En apenas unos segundos mis compañeros de cuadrilla acababan de cazar los tres del cupo establecido. Me quedé con las ganas", puntualiza el nonagenario tirador, afincado en Cangas de Onís desde 1947, año en el que contrajo matrimonio con su mujer, María Josefa Alonso Cabielles, oriunda de la localidad de Cañu, en el concejo de Cangas de Onís.

Ángel Blanco destaca la amistad existente en el seno de la cuadrilla a la que pertenece, especialmente con su íntimo amigo Juan Bautista Sánchez, con quien viene compartiendo grandes momentos cinegéticos desde hace muchas décadas en la zona suroriental del Principado de Asturias.

Ésta temporada no hubo suerte, por lo que toca enfundar el rifle y la escopeta - ésta, de más de un siglo de antigüedad, marca "Víctor Sarasqueta", fabricada en Eibar, la cual fue adquirida en Cuba por un hermano de su madre, Enrique Vega.

De momento, pese a la vitalidad que rezuma, no tiene muy claro si continuará practicando esa actividad el próximo curso 2016-17, pues todo dependerá de cómo se encuentre de salud y, por supuesto, de fuerzas. "Me gustaría, más que nada por los amigos", matiza.

Al margen de la actividad cinegética, Ángel Blanco Vega se tiene ganado un muy buen prestigio como comerciante, ya que puso en marcha en el año 1948 el negocio conocido por "La Moda", junto a su esposa, dedicado a ropa, calzado y complementos, tanto para hombre como para mujer, cuya localización estaba en un bajo de la popular calle San Pelayo.

Cuando les llegó el turno de la jubilación, tras nueve lustros de duro trabajo y excelente trato hacia su fiel clientela, el negocio, que había cambiado su ubicación anterior, aunque se mantuvo en la misma calle, cerró sus puertas -a mediados de los noventa del siglo pasado- al público y cambió de giro. Sin duda, "La Moda" fue uno de los comercios que marcaron una época en la vieja capital del Reino de Asturias. Por eso, Ángel Blanco siempre es recordado entre sus convecinos cangueses, sin olvidar a quienes acudían desde los pueblos del concejo y limítrofes, como "Angelín el de La Moda".

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