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Ribadesella, amor a primera vista

La francesa Katrine Duerinckx cambió el ladrillo de Murcia por el verde de Cuerres para perseguir un sueño

Por la izquierda, Paco Lavín, Carmen Espinosa, Ursino Riestra y Duerinckx. P. M.

Katrine Duerinckx llevaba una temporada deseando cambiar de vida y recuperar el verde de su infancia cuando la localidad riosellana de Cuerres se cruzó en su camino. Este amor a primera vista surgió mientras esta francesa buscaba el lugar en el que instalarse para cumplir un sueño: montar un albergue de peregrinos junto al Camino de Santiago y una casa de aldea.

Hace casi dos años que convenció a un amigo fotógrafo para recorrer la costa norte en su autocaravana y cuando entró en Asturias por el Oriente ya notó que le gustaba más que el resto. A los pocos meses regresó, ya buscando un lugar para establecerse, y recaló en Cuerres. "La vista me enamoró, pero no sabía que estaba en venta. Me dije 'tengo que encontrar un sitio así'", relata la propia Duerinckx desde la finca en la que ahora construye una de las mayores casas de madera de España y en la que ubicará el albergue y la casa rural.

"Quería un cambio, me apetecía más verde, naturaleza, retornar un poco al paisaje de la infancia, pues en vacaciones íbamos a una casa de campo cerca de París en la que tenía contacto con los animales, el bosque y la huerta", explica la empresaria francesa, quien con veinte años recaló en La Manga, en Murcia. Allí estuvo 37 años y se dedicó al sector del turismo, en el que se había formado. "Trabajé en el centro local de iniciativas turísticas y luego monté la primera guardería que hubo en La Manga", relata.

Tras aquel negocio tuvo con su entonces marido una empresa de alquiler de yates, también la primera de la zona. "No lo hago a propósito, pero estoy siempre en la vanguardia. El por qué, no lo sé", reconoce la empresaria, quien también trabajó llevando un gran complejo de ocio durante veinte años. Al finalizar esta etapa empezó a alquilar habitaciones de su propia casa y a dar desayunos a sus huéspedes, una suerte de "bed & breakfast". Pero Duerinckx se cansó "del ambiente de La Manga", un lugar que conoció como "un auténtico paraíso" pero que ahora encuentra con "demasiado hormigón".

Empezó a madurar la idea de trasladar su empresa turística al norte y darle, una vez más, tintes de vanguardia, pues en Cuerres construye una casa "bio-pasiva", una vivienda con "un consumo energético casi nulo", como describe Gorka Elorza, el arquitecto y constructor. Este ahorro se consigue "orientando el edificio de forma que aproveche muy bien la luz y el calor del sol" y que se proteja del viento, apunta el profesional antes de añadir que, además, está construida y aislada con "materiales naturales, derivados de la madera, transpirables, para cuidar a los que viven dentro". Elorza destaca que la mayor parte de las construcciones "de Francia para arriba" se hacen con este tipo de entramados.

El "Reposo del Andayón", como se llamará la casa, tendrá dos ambientes separados para el albergue y los alojamientos turísticos, que tendrán cinco habitaciones con distintas capacidades y diseños. Duerinckx esperar poder recibir peregrinos para los meses de mayo o junio. "El resto quiero abrirlo a partir del verano", explica ilusionada una mujer que supo escuchar lo que tanto ella como el medio ambiente y los viajeros necesitan.

De momento y en total sintonía con el entorno social, la francesa celebró la pasada semana la colocación del tejado con la tradición "char el ramu", regada con su correspondiente botella de champán y acompañada de amigos y el equipo constructor.

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