Trabajadora, cercana y entregada. Así describen a Maruja Arduengo González, antigua dueña y fundadora del bar "La Ruta" de Santillán (Amieva), los que la conocieron. Esta carismática vecina falleció el miércoles en su casa de Santillán como consecuencia de un infarto, a los 85 años.

Decenas de personas acudieron al tanatorio de Cangas de Onís para despedirse de una de las hosteleras más carismáticas del Oriente y mostrar su apoyo a la familia. Arduengo era la viuda de Antonio Nava Junco (trabajador del Ayuntamiento de Amieva) y deja huérfanos a seis hijos: Raquel , Antón, Carlos, Sari, Clara y Adolfo. Este último lamentaba precisamente a través de las redes sociales la pérdida de "una luchadora, una mujer que partiendo de la más absoluta de las miserias, quedando huérfana siendo una cría, perdió a cinco de sus seis hermanos, quedó viuda y sacó adelante una familia numerosa".

Natural de Precendi, se trasladó a vivir con cinco años a casa de sus tíos en Santillán. Allí estuvo al frente del bar La Ruta durante más de tres décadas. Lo que empezó siendo un chiringuito ocasional, montado en el bajo de la casa de su tía María, en el que se vendían vinos y licores con motivo de las ferias ganaderas, acabó por convertirse en una parada obligatoria para los amantes de la cocina típica asturiana.

La amievense compaginaba la hostelería con las labores ganaderas y del campo. Aunque se retiró hace casi una década de la hostelería, nunca dejó su vinculación con el bar, al frente del cual estuvieron sus hijos varios años. En la actualidad está cerrado. Su buen hacer y profesionalidad fueron reconocidos por la Asociación de Empresarios de los Picos de Europa (Incatur) en la gala de Turismo de 2007, coincidiendo con su jubilación.

"No cerraba ningún día de la semana, ni se tomaba días de descanso. Daba igual a qué hora fueras que siempre te recibía con buena cara", contaron ayer algunos de sus exclientes, apenados por la pérdida. Un dolor que compartían familiares como su nuera Fátima Cimadevilla. "Era entrañable, una auténtica institución en Amieva. Todo el mundo la recuerda tomando el café con la sopera de leche y pan en una mesa del bar", aseguró. "Aunque llevaba un par de años pachucha siempre fue muy activa. Le gustaba tener su huerto y sus gallinas para regalarnos huevos de casa. Era una mujer estupenda", aseguró la joven. El funeral para despedir a Arduengo se celebra hoy, en la iglesia parroquial de Sames.