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Noemí Gómez Lobo: "El panorama de la arquitectura en España no es muy alentador"

La arquitecta llanisca trabajará dos años en Japón con Yoshiharu Tsukamoto tras ganar una beca del Gobierno nipón

Noemí Gómez Lobo, trabajando en Madrid. REPRODUCCIÓN DE E. G. C.

El trabajo, la brillantez académica y la imaginación tienen premio. La llanisca de 27 años Noemí Gómez Lobo encarna todos estos valores en el siempre espectacular y competitivo campo de la arquitectura. Su innovadora propuesta basada en el uso colaborativo de los espacios comerciales ha llamado la atención del Gobierno japonés y ha servido a la llanisca para obtener una beca de dos años en Tokio.

En Japón, Gómez Lobo trabajará en el Tokyo Institute of Technology con Yoshiharu Tsukamoto, uno de los arquitectos japoneses más conocidos y uno de sus referentes. La noticia de que pasará los próximos dos años de su vida en Japón la conoció hace tan solo un mes, un año después de que lanzara la propuesta al gobierno nipón. La ilusión, las ganas de trabajar y de comerse el mundo se juntan en Noemí Gómez Lobo mientras prepara la maleta para partir, a principios del próximo mes de abril, hasta Tokio, donde vivirá una experiencia profesional al alcance de muy pocos.

"Fue un proceso largo. El proyecto, en tan sólo dos folios, lo presenté hace un año. En junio del año pasado pasé la primera fase de la prueba y no volví a tener más noticias hasta hace apenas un mes cuando me contestaron afirmativamente una vez el gobierno japonés lo validó", señala la arquitecta llanisca. Trabajar en el país del sol naciente junto a Yoshiharu Tsukamoto es una oportunidad que solo se presenta una vez en la vida. "Es un arquitecto muy interesante con una manera muy particular de hacer arquitectura", dice. Seguidora del trabajo de Tsukamoto desde hace tiempo, no es la primera vez que la llanisca intenta pisar territorio japonés para completar su formación y ampliar su ya de por si brillante currículum académico que la llevó a graduarse en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid con un 9,5 de nota media en el proyecto de fin de carrera. En 2011 tenía cerrado un intercambio con Japón, pero el terremoto y posterior tsunami que puso en jaque la central nuclear de Fukushima lo tiró por la borda. La experiencia japonesa fue sustituida por una estancia de un año en Porto Alegre donde combinó un trabajo en un estudio de arquitectura con el académico en la universidad de este rincón del sur de Brasil. "La arquitectura japonesa está muy valorada internacionalmente y hay mucho que aprender de ellos", dice.

"Un sueño y "una gran oportunidad" son palabras que salen de su boca: "Ir a Japón, si no es con una beca como ésta, es muy difícil. En España el panorama no es muy alentador y hay que explorar otras vías". Al país viajará con su novio, Diego Martín Sánchez, también arquitecto y que, por casualidades de la vida, ha sido contratado por el estudio de Kengo Kuma, el arquitecto que diseñará el estadio olímpico que albergará los Juegos de Tokio 2020.

El proyecto que llamó la atención del gobierno japonés se basa en el replanteamiento de la estructura de los centros comerciales. "Estamos acostumbrados a que un centro comercial sea una caja cerrada con aparcamientos alrededor. La manera de cómo funciona el espacio público allí es diferente. Mi propuesta es estudiar la condición particular de Tokio y las estructuras colaborativas en estos espacios, combinando el trabajo in situ de visitar lugares con la toma de datos. Es un modelo de arquitectura relacionado con la sociología y el uso del espacio público y de cómo se puede intercalar todo esto con el contexto local y la comunidad. Lo que yo propongo es relacionar estos espacios comerciales e integrarlos con lo que tienen alrededor", añade.

Su deseo, a largo plazo, es el de poder combinar la práctica profesional de la arquitectura con la docencia. "Eso me permitiría estar en contacto con las nuevas generaciones y no quedarme atrás. Creo en la simbiosis entre profesores y alumnos", dice.

El vértigo por la nueva experiencia no le amedranta: "Tengo más ilusión y ganas que miedo, aunque el respeto por saber cómo será todo allí está ahí. Ahora mismo estoy en el proceso de aprender nociones de japonés, buscando casa y enterándome de cómo funciona el transporte público".

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