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Personajes de Cangas de Onís

"Paqui" Corro, toda una vida al volante

Ejerció como taxista más de cuatro décadas, primero como autónomo y después en una cooperativa, hasta que se jubiló hace 8 años

Francisco Corro Valle, en Cangas de Onís. J. M. CARBAJAL

Francisco Corro Valle, de 73 años, dedicó su vida laboral al sector del automóvil, más exactamente al taxi, una profesión que heredó de su progenitor, Manuel Corro Fernández, quien a mediados del siglo pasado ya se dedicaba a esos menesteres en el concejo de Cangas de Onís.

"Paqui" Corro, como le conocen sus convecinos, comenzó a disfrutar de la más que merecida jubilación hace apenas ocho años, después de permanecer los tres últimos lustros -desde su fundación a principios de la década de los noventa- ligado a la Cooperativa Taxitur, con sede social en la ciudad canguesa.

Nació en el núcleo rural de Teleña (Cangas de Onís), pero a los 4 años de edad ya se vino a vivir a la vieja capital del Reino de Asturias, concretamente al populoso barrio de La Plaza, en una vivienda en cuya planta baja antaño se localizaba el comercio La Guarnicionería.

Corro acudió de niño al Colegio de Les Monjes, ubicado en la Carretera Cañu y, más adelante, a las Escuelas Graduadas Vázquez de Mella. Tras esa etapa estudiantil comenzó a inmiscuirse en labores del garaje del patriarca de la familia, sito en el lugar donde actualmente se enclava el bar Enol, cerca de la iglesia parroquial de Santa María.

En aquella época Manuel Corro, padre de "Paqui", contaba con una flota de cuatro o cinco vehículos dedicados al taxi, pues con él también trabajaban en ese mismo sector automovilístico, además de otro de sus hijos (Manolo), dos conductores asalariados: "Pepe Praos" y "Jose, el Cabraliegu".

Hasta que cumplió los 23 años "Paqui" Corro no pudo empezar a currar de taxista, pues esa era la edad mínima establecida para obtener el carnet de primera y poder dedicarse a manejar vehículos de servicio público; eso sí, con 18 años ya estaba en posesión del carné de segunda, lo que le valdría para desenvolverse, incluso acompañando a algunos indianos que necesitan de chofer cuando pasaban largas temporadas en su tierra natal.

De mozalbete, una de las grandes aficiones de "Paqui" Corro era el fútbol, aunque le tocó una de las etapas más críticas de ese deporte en la vieja Cánicas, ya que durante varias temporadas no hubo fútbol federado a causa de la calamitosa herencia de la "ruta del oro", cuando los clubes del Oriente tenían en sus plantillas a algunos de los mejores jugadores asturianos de entonces, atraídos por los suculentos sueldos que se ofrecían. Aquella situación desembocó en la desaparición, a principios de la década de los 50, del equipo representativo de Cangas de Onís.

Corro, comenzó a dar sus primeras patadas en torno a un balón formando parte de un equipo en una formación denominada "Fundador", cuyo presidente era "Vencio, el del Borinque", quien había conseguido que un viajante de la popular firma de coñac le regalase la indumentaria que lucirían los chavales, lo que propició que se organizaran partidos amistosos en pueblos y localidades cercanas (Arriondas, Ribadesella, Infiesto...). Después jugaría en el "Pelayo", con "Cuqui, el Sastre" al frente de la directiva; y más adelante en el refundado Cánicas AC.

Su demarcación preferida era la de defensa central y en más de una oportunidad tuvo de compañeros de zaga a "Vitorín" Moro y a "Jose, el de Miguel", así como Ricardo Cue de guardameta. De aquella: portero, tres defensas, dos medios y cinco delanteros, nada que ver con los hoy en boga mediocentros o mediaspunta.

Hubo una temporada en la que militó en el Europa de Nava. Pero, lo más llamativo del periodo futbolístico fue el interés despertado en el Real Oviedo para incorporarlo a sus filas.

El club carbayón le remitió una carta para que se presentase a realizar una prueba: sólo debía llevar unas botas. "Creo que fue Baldomero Pardo el que había hablado de mí con ellos", recuerda "Paqui".

Con toda la ilusión del mundo se presentó ante aquel test. El Real Oviedo contaba en su plantel con gente de la talla de Sánchez Lage, Paquito, Toni, Marigil, y un largo etcétera. Como entrenador tenían a "Antón, el de la gorra". Aquel grandioso conjunto oviedista había quedado tercero en Primera División.

Las buenas maneras de "Paqui", central duro y contundente, aunque noble, gustaron a los técnicos y le ofrecieron fichar por el Vetusta. La decisión no resultó fácil, pues Corro tenía trabajo en Cangas de Onís y ello pesó mucho al anteponer su profesión a la propuesta recibida para incorporarse al Vetusta. Se quedó cerca de lucir la elástica azul del club de sus amores.

Como taxista ejerció más de cuatro décadas, primero como autónomo y después, durante tres lustros, en la Cooperativa Taxitur, de la que es socio-fundador. Infinidad de anécdotas atesora a lo largo de su dilatada trayectoria profesional, aunque la más singular aconteció a principios de los 80 cuando una parturienta dio a luz en su propio taxi, a la altura de El Berrón. La reacción de "Paqui" Corro no se hizo esperar, ya que puso todo de su parte para afrontar una carrera a toda pastilla rumbo al Hospital de Oviedo. "Entre buscar a un médico por El Berrón para atender a esa mujer o tirar para el Hospital, me decidí por la segunda opción", rememora con satisfacción. Al final todo salió bien, sin incidencias.

Las maratonianas jornadas de trabajo, más de doce horas al día, e incluso algunas más los festivos, le impidieron disfrutar durante años de sus aficiones preferidas -le entusiasma también el Real Madrid y, por supuesto, su Cánicas AC-. "El taxi es muy amarrado", asevera.

Una de las escasas fechas de asueto durante su actividad profesional, a modo de pequeñas vacaciones, tuvieron su eco en septiembre de 1980, cuando viajó con el Club Piraguas Sirio a Dinamarca, pues la expedición canguesa acudía a competir al Gran Prix Maratón de Gudena. Se desplazaron en un autobús de Mento, alternándose en la conducción del vehículo Antonio Coro y "Chelu" Somoano.

Casado desde hace 48 años con María del Carmen González Allende, oriunda del concejo piloñés, fruto de ese matrimonio fueron dos hijos: Pablo -una de las grandes promesas del piragüismo asturiano, doble campeón de España en categoría cadete, tanto de velocidad como de larga distancia, fallecido en plena juventud- y Beatriz, que les ha dado una nieta (Cristina).

Ahora, jubilado, "Paqui" Corro dedica todo el tiempo del mundo a su familia y también a dar habitualmente largos paseos a pie por la ribera del Sella, sin dejar de lado a El Golondrosu, uno de los enclaves más bonitos de toda la cuenca. Eso sí, también hay momentos para las tertulias con los amigos.

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