Las ambulancias convencionales no pueden circular por todo el casco histórico de Lastres (Llastres, según la toponimia oficial) y por eso los vecinos piden disponer de un vehículo adaptado para el traslado de enfermos. Si pudieran usarlo, la vecina Charo Fernández Castro, no habría tenido que sufrir la penuria de recorrer más de 200 metros en una camilla a trompicones entre los cantos rodados del firme en esta zona. Recién operada de la columna por un problema de escoliosis, la ambulancia que la trajo no pudo acceder hasta su casa, en la plaza de Lastres, y empujar la camilla empedrado arriba y abajo fue la única forma de llevarla a la vivienda. Su marido, Luis Montoto, describió la situación como "lamentable" y pide un transporte digno a cualquiera que se enferme en la calle Real.

"No digo que moleste ningún edificio y tampoco estoy pidiendo un helicóptero que la deje a la misma puerta de casa, pero sí un vehículo que hubiese entrado hasta donde yo tengo el coche", explica Montoto, quien no hubiera podido trasladar a su mujer en su turismo particular porque la enferma debía permanecer en posición horizontal. La mayor parte de los vecinos de esa zona de Lastres es gente mayor, que necesita con mayor frecuencia los servicios de una ambulancia. "Que adapten un vehículo o que envíen uno más estrecho, de otras dimensiones, para coger a los enfermos cerca de casa", reclama Montoto, quien vio cómo su mujer padeció durante días las consecuencias de haber sido trasladada entre piedras. Señaló que quien vive en el casco histórico de la villa marinera paga sus impuestos igual que el resto de los ciudadanos y reivindica que todos por igual puedan disfrutar de un transporte sanitario adecuado. "No podemos estar en estas condiciones en un pueblo ejemplar", añade Montoto, en referencia a la distinción que Lastres recibió en 2010. Antonio Mancho vive a unos 50 metros de Montoto y asegura que se sienten "totalmente desprotegidos" en cuanto a estas "incidencias básicas en la convivencia" como necesitar una ambulancia -algo que, asegura, se ha expuesto en el Ayuntamiento en varias ocasiones- o ayuda en caso de incendio, como sucedió el pasado domingo 14 en una vivienda de su propiedad que tiene arrendada.

Mancho estaba tomando un café con el inquilino de la casa cuando les avisaron de que había un incendio. "Estaba ardiendo el sofá del salón. Intentamos apagarlo con la manguera del jardín y no había manera, menos mal que teníamos extintor", relata, todavía con el susto en el cuerpo. El fuego se extinguió "en el último momento, pero estuvo a punto de arder la casa entera. La mía, la del vecino y la de enfrente, pues entre galerías habrá tres metros y medio o cuatro", calcula.

Estuvieron a punto de llamar a los bomberos, pero al sofocar el fuego no fue necesario. Pasado lo peor, se pararon a pensar "qué pasa si no lo cortamos, que arde medio pueblo. No puede entrar un coche de bomberos al uso y tampoco hay una toma de riego a presión para sofocar un incendio", lamenta el vecino.

Él tiene asegurada su casa, pero si se quema "medio pueblo, ese seguro no puede con ello. El problema es muy importante", añade quien vio cómo "algo anecdótico" pudo haberse convertido en "una desgracia muy grande". Los vecinos de esta zona esperan que no sea necesario pasar un trago mayor para que los responsables tomen medidas en uno y otro caso.