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Raúl Castro inicia la revolución en Oliciu

El cocinero bilbaíno, último en instalarse en la localidad, que cuenta con una decena de familias, planea abrir una casa de comidas

Raúl Castro en la taberna de Oliciu, con la peña de Parda al fondo. C. CORTE

Una revolución. Pero gastronómica. Es lo que prepara en Oliciu Raúl Castro. Este joven bilbaíno llegó hace seis años a Cangas de Onís para trabajar en hostelería y tras pasar por Sotu Cangues y Llueves decidió poner en marcha su propio negocio en Oliciu, un lugar que le dejó prendado "por su tranquilidad y belleza natural y por la amabilidad de los vecinos". Castro, cuyo nombre le obliga a desmentir constantemente cualquier parentesco con los artífices de la revolución cubana (su padre se llama Fidel) tomará el relevo de Honorio Nava al frente de la Taberna de Oliciu con el reto de convertir la en una reconocida casa de comidas.

"La idea es ofrecer platos muy potentes, como pitu, fabes y tortos con picadillo pero también con productos de temporada de la huertina", dijo. "Estoy pendiente de un permiso de la CUOTA pero calculo que en verano esté todo listo para abrir", aventuró. Para Castro las comunicaciones no son un problema. Primero porque el Ayuntamiento se ha comprometido a realizar una mejora en la carretera que une el pueblo con Triongu antes de que acabe el año (la oficina técnica local ha dado luz verde a un proyecto que contempla la mejora de los 4 kilómetros de la vía, presupuestados en 57.844 euros). Y segundo porque el hostelero tiene claro que "al turista de fuera en realidad lo que le gusta es perderse un poco por estos caminos recónditos y escuchar a los animales".

Lugareños como Mino de Dios cuentan los días que faltan para que Castro abra el negocio "porque dará vida al pueblo". Lo que más destaca este jubilado de la agraria, de 74 años, es "la dispersión de las casas, que poco a poco se van quedando vacías". Desde su barrio de La Cetrera, el más alto de todos los de Oliciu, puede contemplar casi todas las caserías: Les Llames, La Taberna, La Tinta, Casa Pachu, Los Praos, La Moratina y Les Cerezalines, que en total suman una decena de casas habitadas. "Cuando está bien despejado puedo incluso ver a lo lejos la costa riosellana", afirma el exganadero, que llegó a tener hasta 70 vacas de la raza asturiana de los valles en su finca de Oliciu, que compró hace tres décadas.

Uno de los días más esperados para los vecinos es la festividad de Santiago, el 25 de julio, cuando organizan una romería cerca de la antigua mina de mercurio "La Torre". El párroco local se niega a dar la liturgia en el prau de la romería, que carece de edificio religioso, pero los vecinos aseguran que ni este detalle consigue deslucir una de las fiestas más animadas del concejo. Lo que sí piden es más atención y seguridad para la zona de la antigua mina "porque el pozo puede ser un peligro si alguien cae allá", matizan. La maleza se ha adueñado del castillete de madera y del edificio para las maquinarias de extracción que funcionaron a pleno rendimiento en los años 60 del pasado siglo (llegando a sacar 1.800 kilos al mes) hasta que se tomó consciencia de los perjuicios que reportaba para la salud y para el medio ambiente y se cerró. "Dio trabajo a mucha gente pero acabaron tocados de los pulmones", lamentan en el pueblo.

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