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104 años de vitalidad

La abuela de Ribadedeva, Teresa Jáñez Sánchez, celebra su cumpleaños rodeada de familiares y compañeros en la residencia Ulpiano Cuervo de Colombres

En la fila posterior, por la izquierda, Manuel Collera, Dori Fuentes, Nuria Espina, Maxi López, Mónica Ruiz y María Méndez; delante, Belén Llera, Teresa Jáñez, Teresa Borbolla y Pili Borbolla, ayer, en la residencia de Colombres. EMILIO G. CEA

"¿Queréis que yo también me agache?", dice mientras hace el amago de ponerse en cuclillas. A sus 104 años Teresa Yáñez Sánchez hace gala de su salud de hierro mientras, en compañía de las trabajadoras y del director de la residencia Ulpiano Cuervo de Colombres, Manuel Collera, posa para una fotografía.

Nacida en Pimiango tal día como ayer hace 104 años ,Teresa Jáñez sigue recordando, con gran nitidez, todos y cada uno de los apartados de su longeva vida. Una vida dedicada a las labores del campo y a cuidar de su familia. Ayer, era el centro de atención de la residencia Ulpiano Cuervo de Colombres. "Toda mi vida me he dedicado a trabajar. Jamás tuve pereza", dice.

Presume, además, de no haberse quitado nunca años. A ella, lo que de verdad le gusta, es seguir arrancado hojas del calendario. De carácter fuerte y enérgico, Teresa Jáñez pasó el día rodeada de sus dos sobrinas, María Aurora Jáñez y María Dolores Rodríguez, y de otros familiares.

Hasta hace muy poco ha estado colaborando activamente en diferentes tareas de la residencia, como ayudar a dar de comer a compañeros, poner la mesa o incluso barrer. A día de hoy aún se hace la cama y se viste sin ayuda. Todo un ejemplo de vitalidad. ¿El secreto para llegar a su edad con semejante calidad de vida?. "Hay que tener cuidado con la comida. No comer mucho y reservarse. Hoy (por ayer), pese a que es mi cumpleaños, no me pienso salir del régimen", advirtió.

"Siendo niña iba todos los días caminando desde Pimiango a Unquera a llevar la comida a mi padre. Era cantero y trabajó en la construcción del puente que une Bustio y Unquera. Después volvía e iba a la escuela", dice. El duro trabajo del campo y el cuidado de vacas de leche ha sido, durante buena parte de su vida lo que curtió su cuerpo. "De aquella era lo que había. No tengo carrera y no me quedó otra que trabajar", dice con sorna. Pasear, hablar con sus compañeros y no faltar a la misa diaria en la residencia son sus ocupaciones diarias. "Ahora leo menos pero siempre me gustó mucho. He leído muchos libros de temática católica. Son los que más me gustan", añade.

Durante la eucaristía de ayer, Teresa Jáñez recibió un regalo muy especial. El tenor Jesús Fernández Fuentes, hijo de una de las trabajadores de la residencia Ulpiano Cuervo, le obsequió con el canto del "Cumpleaños feliz". Por la tarde, cuando regresó de la fiesta de cumpleaños que su familia le preparó en Pimiango, Luis Galán, uno de sus compañeros en la residencia, obsequió a la centenaria con una poesía compuesta por él mismo. Un perfecto broche de oro para una jornada inolvidable.

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