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El sector turístico reclama visitas en inglés en la cueva de Tito Bustillo

Las asociaciones riosellanas de alojamientos rurales y los hosteleros ven necesario ofertar un segundo idioma con personal o con audioguías

"Un error de bulto". Así ve Sabino Martínez, el presidente de "Aritur", la asociación que aglutina a los alojamientos rurales en Ribadesella, que en la cueva de Tito Bustillo -declarada Patrimonio de la Humanidad- las visitas sean sólo en castellano. "Si tenemos que fidelizar y promocionar la cueva entre franceses, ingleses y alemanes, ya no digo que haya 25 idiomas, pero por lo menos un segundo además del español, sí. Es básico y creo que tendría que ser obligatorio", opina.

Martínez ve cómo los empresarios se están "poniendo las pilas" con los idiomas y van "a clases todo el invierno", porque cada vez son más los visitantes del extranjero que acuden a Ribadesella. Cree, en este sentido, que la Administración también debería "hacer un esfuerzo" para ofrecer, por lo menos, un segundo idioma. "La cueva de Tito Bustillo es un reclamo grandísimo que tenemos y no se está promocionando para nada, así nos va", lamenta Martínez antes de subrayar el creciente número de turistas franceses que visitan Ribadesella, unos datos reflejados en las estadísticas de la Oficina municipal de Turismo. "Es básico" afirma quien también opina que quizás los empresarios tendrían "que presionar un poco a la Administración" para ofrecer un servicio que si es accesible para un pequeño negocio como los que abundan en el concejo, más lo será para el ente, con más medios humanos y materiales.

Lo mismo opina Bruno Lombán, presidente de la asociación "Hostelería de Ribadesella", que propone "audioguías" para que los visitantes que no hablen español puedan comprender al detalle la explicación de la cueva. Lombán sabe que la adquisición de audioguías supondrá una inversión, "pero repercute en la imagen" y supone un servicio necesario, a su juicio, en una gruta declarada Patrimonio de la Humanidad.

Las visitas en Tito Bustillo siempre han sido en castellano, al igual que en el resto de cuevas de la región. Quienes las realizan son "guías de patrimonio cultural", funcionarios de la Administración regional, y no tienen la obligación de hacerlo en otros idiomas. En el plano práctico hay quien maneja inglés o francés y realiza aclaraciones concretas a los visitantes si así lo reclaman. Existe, además, la posibilidad de variar el idioma de la visita si se forma un grupo homogéneo -de inglés o francés- pero los guías aseguran que en estos casos suelen venir con su propio guía que les hace a su vez de traductor. Lo que no puede exigir ningún visitante es recibir una explicación en su idioma, pues en las condiciones generales de la visita se advierte de que sólo se realiza en español.

Guías consultados por este periódico repararon en lo complejo de atender a un grupo de quince personas -el máximo en cada pase- en el que pueden confluir hasta cuatro idiomas diferentes y destacan que el porcentaje de visitantes es mayoritariamente hispanohablante. No barajan, por otra parte, hacer la visita en más de un idioma, porque "no es operativa y pierde calidad" y no ven, en resumen, que esta cuestión suponga un problema para la promoción de la gruta.

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