La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Personajes de Cangas de Onís

Miguel Barrera, funcionario ejemplar

El empleado más veterano del Ayuntamiento de Cangas de Onís cumplirá el 2 de mayo 41 años de servicio

Miguel Ángel Barrera Fernández. J. M. CARBAJAL

Familia, trabajo, compañerismo, amistad, honestidad y honradez son los principales valores de Miguel Ángel Barrera Fernández, camino de los 59 años de edad, nacido en el núcleo rural de Villanueva, quien lleva más de cuatro décadas prestando servicios en el Ayuntamiento de Cangas de Onís. Hijo de Miguel Barrera Guzmán, oriundo de Ugena (Toledo) y Rosa Fernández Fernández, ésta natural de Villanueva (Cangas de Onís), ambos ya fallecidos, pasa por ser el funcionario municipal más veterano del Consistorio cangués, pues dentro de nada, el próximo 2 de mayo, cumplirá 41 años seguidos de ininterrumpida actividad laboral.

Estudió en la Escuela Pública Vázquez de Mella, donde tuvo de maestros a doña Amelia, Manuel Pedraces, Luis Cobián, don Félix y a Arcadio Diego Somoano. Durante un corto periodo, y por circunstancias familiares, asistió a la Escuela de Villanueva, en la que Ramón Prada Vicente impartía materias. Tras esa primera etapa estudiantil, continuó su formación académica en el Instituto Rey Pelayo, en Cangas de Onís, con profesores tales como don Eulogio, Jorge Carrillo, Leonardo González, Pedro Rubio, José Castelao, Celso Diego Somoano y un largo etcétera.

Con apenas 11 años empezó, aprovechando las vacaciones escolares, a introducirse en el gremio de la hostelería, como aprendiz de camarero, en el hostal-restaurante El Sella, regentado por Luis González de Con. Su uniforme de faena consistía en pantalón corto, de color negro, además de camisa blanca y la correspondiente pajarita, igualmente negra. "Las bromas de los clientes al verme tan pequeño y vestido de aquella guisa, eran habituales", recuerda Miguel Barrera, siendo su primer sueldo de 100 pesetas a la semana. Igualmente trabajó, cuando los estudios se lo permitían, como tendero en la desaparecida tienda de comercio mixto Casa Casimiro, lugar en el que "las señoras llevaban las bolsas de tela para echarles las legumbres que compraban y la botella de cristal para el aceite", puntualiza. Otros negocios cangueses por lo que, del mismo modo, pasó algún tiempo Miguel Barrera desarrollando tareas fueron la Confitería Covadonga y el Restaurante El Llagar de Juan. Además, para sufragarse en viaje de estudios, hizo de pinche en las obras de construcción del Colegio Público Reconquista, e incluso llegó a poner, junto a algunos amigos, puestos de bebidas en las ferias y fiestas del concejo.

En 1975, le contrató el Ayuntamiento para que se encargara del mantenimiento de la caldera de calefacción, de carbón. La tarea de atizar arrancaba a las 8.00 horas. Su primer trabajo en las oficinas municipales fue en 1976, siendo alcalde Luis Prada Vicente, el cual consistió en la remisión a todo el censo electoral de las papeletas para votar la Ley de la Reforma Política. Después, le encomendaron facilitar los trámites a los vecinos para cambios de titularidad, a efectos del impuesto de contribución rústica, cosa que hasta esa fecha tenían que hacer desplazándose a Oviedo, labor que simultaneó con la de auxiliar administrativo para el entonces secretario Toño Vega Díaz y también para el interventor Chus Sánchez.

Con 19 años se incorporó al servicio militar, recibiendo la instrucción en el CIR número 4 de Córdoba y destinado, posteriormente, al Gobierno Militar de Badajoz. Aquel año 1977, antes de irse a la "mili" acababa de aprobar las oposiciones para tesorero municipal, plaza que le fue asignada a la jubilación de Luis Meré, "Lito". Tuvo que lograr un permiso oficial para tomar posesión de la plaza, el cual le fue concedido, aunque lo que no se libró fue de cumplir la totalidad de los meses del obligado servicio militar. Una vez licenciado, se incorporó a su nuevo puesto de trabajo -ejerció una década-, consistente en el cobro de recibos a domicilio, recibos de agua y basura desplazándose a pie a recaudar por los pueblos.

Posteriormente a la labor de tesorero, trabajo en el que iniciaba la jornada en muchas ocasiones a las 5 o 6 de la mañana, además de los domingos -antes el día de descanso era los lunes para los empleados del Ayuntamiento, debido al mercado dominical-, llevó la confección de padrones y recibos. Más tarde, le tocó la oficina municipal de información al consumidor (OMIC), al mismo tiempo que atendía al público -denuncias y reclamaciones-. Desde hace unos años su actividad laboral está centrada en el pabellón polideportivo municipal Juan Antonio Vega Díaz. Es historia viva del cambio de la Administración local, tras la Transición, con Luis Prada Vicente como alcalde, hasta el actual, José Manuel González Castro.

"Barrera, el del Ayuntamientu", como le conocen algunos convecinos, atesora infinidad de anécdotas a lo largo de esas cuatro largas décadas en las diversas dependencias municipales.

Cuando se celebraron las primeras elecciones sindicales en el Ayuntamiento, formó parte de la mesa como el funcionario más joven; y en las últimas elecciones celebradas hasta le fecha, lo hizo formando parte de la mesa como el funcionario más antiguo.

Entre tanto, cobró recibos de diferentes eventos como fiestas y pruebas deportivas organizadas por el Ayuntamiento (Fiestas de San Antonio, Fiesta del Pastor, Fiesta de Covadonga, Vuelta Ciclista a España...). Incluso hasta de chavalete, antes de entrar en la Casa Consistorial, se encargó de cobrar recibos a domicilio de socios del Canicas AC.

Como curiosidad, en su época estudiantil, el Ayuntamiento de Cangas de Onís contrataba chavales para ir a las ferias a cobrar, ya que en aquellos tiempos los ganaderos debían abonar una cuota a modo de entrada de las reses al ferial, en el Castañéu de Corao, tanto en la cita de marzo como en la popular "Feriona" del 26 de mayo: "íbamos, 'Miguel, el Panaderu', 'Alberto, el de la Perla' y 'Ramonín, el de Monchi', entre otros", comenta Miguel Barrera. Por otro lado, ya como funcionario, también estuvo al frente del puesto de precintaje de salmones que se ubicó en el edificio Correos de Cangas durante un breve espacio de tiempo.

Lleva 24 años casado con Pilar Fernández Pérez, a la que conoció en Oviedo, y fruto de ese matrimonio es Paula Barrera Fernández, que cuenta 19 años de edad y cursa estudios de Derecho. Miguel Barrera colaboró años atrás con la Asamblea de Cruz Roja Española de Cangas de Onís, en época de Kike Garro, José Ignacio Gil y demás voluntarios. Apenas tiene distracciones destacadas, pues le encanta la vida familiar y, por supuesto, le apasiona su trabajo. Dicen quienes mejor le conocen que es un ejemplo de buen compañero, siempre dispuesto a prestar ayuda, sin escatimar esfuerzos y sin poner nunca mala cara.

Compartir el artículo

stats