La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La memoria, en declive desde los 30

"Es importante trabajar la atención para almacenar eficazmente la información", apunta el experto José Antonio Labra

Asistentes a un taller de memoria en Piloña. L. BLANCO

El declive de la memoria empieza a los 30 años. Ésta es la mala noticia, pero la buena es que no significa que se produzca un deterioro. Lo explica el profesor universitario de Psicología Evolutiva José Antonio Labra: "los recursos cognitivos que están implicados en la realización de distintas tareas se vuelven más lexos (lentos)", a la par que el cerebro experimenta cambios morfológicos y estructurales que provocan un descenso de la actividad neuronal, algo "propio del envejecimiento".

Explica que se establecen tres etapas. La primera se corresponde con la primera infancia y es cuando la actividad cerebral es máxima y las conexiones neuronales muy rápidas. Estas capacidades permiten que el niño adquiera muchos aprendizajes en muy poco tiempo de vida. Labra resalta que es en esta época de la vida cuando se aprende a caminar, a hablar o incluso a abrir una puerta, algo que el adulto ya tiene automatizado. La segunda etapa se prolonga hasta la edad adulta y es un momento de crecimiento regular y constante. Pero es a partir de los 30 años cuando se produce un progresivo enlentecimiento cerebral y "respondemos más lentamente a los estímulos".

Por ejemplo, un conductor joven frenará antes que un adulto cuando se enciende la luz roja del freno del coche que va delante. Se llama velocidad de procesamiento y es uno de los procesos cognitivos que se ven afectados, porque se vuelven más lentos cuando uno va cumpliendo años. Otro caso es el de la memoria de trabajo, que consiste en utilizar cierta información almacenada para realizar una tarea y se da en las operaciones de cálculo mental. "Estos procesos cognitivos van declinando con la edad. No es un deterioro, pero sí necesitamos más tiempo y más estrategias para realizar una tarea", explica José Antonio Labra.

Así que este profesor de Psicología Evolutiva recomienda, más que entrenar la memoria, entrenar los procesos mentales que intervienen en ella, y no esperar a los 60 u 80 años. Es importante trabajar la atención, pues "si no atendemos correctamente no podemos almacenar eficazmente la información", destaca Labra. Así que es bueno hacer sopas de letras o crucigramas porque además de fijar la atención facilitan la concentración. Agrega que también hay que tener en cuenta que "el cerebro elimina cosas que no utilizamos o no son importantes en un momento determinado. Es como un 'pendrive', que tiene una capacidad limitada y hay que eliminar para introducir más información". Por eso, "no recordamos dónde tenemos las llaves si no nos fijamos en dónde las dejamos", argumenta José Antonio Labra. La memoria de trabajo se puede entrenar dejando de lado la calculadora y haciendo cálculos y operaciones mentales. Para reforzar la memoria episódica, la que se conoce comúnmente como memoria, es bueno realizar la compra sin lista o, al menos, tratar de recordar los artículos que se necesitan sin mirar el papel porque al pasar por delante de las estanterías o de la frutería o la pescadería habrá claves evocadoras que ayuden a recordar.

"La memoria no es un ente aislado, unitario, por eso tenemos que estar activos y plantearnos nuevos retos para crear una "reserva cognitiva", destaca el profesor. Pero a pesar de todo, cumplir años también tiene sus ventajas. José Antonio Labra señala que "hay otros procesos, que se llaman cristalizados, que mejoran con la edad". Son el conjunto de experiencias, conocimientos y estrategias que se adquieren con la experiencia de la vida. "Es muy interesante porque mientras vamos siendo más lentos, también vamos siendo más sabios e inteligentes" para afrontar determinadas situaciones, esgrime Labra. Por lo que las personas mayores son, incluso, más competentes en algunos casos porque ponen en marcha esas estrategias que han aprendido.

Compartir el artículo

stats