Francisco Sobrino Beneyto (Llanes, 1947), es catedrático de bioquímica en la Universidad de Sevilla. Ha sido profesor en las facultades de Química de la Universidad de Oviedo y la Complutense de Madrid. Pintor en sus ratos libres, en 2014 recibió, por parte de la Universidad de Sevilla, el premio Fama por su trayectoria investigadora en el Área de las Ciencias de la Salud.
-¿Cómo está la investigación en España a día de hoy?
-Hay gente muy buena y con mucho potencial, pero disponen de unos medios limitadísimos. Hemos sufrido unos recortes brutales de todo tipo. A nivel de equipos y de aparatos creo que la situación no está del todo mal, el problema es el pago del personal. Nuestros dirigentes políticos no tienen conciencia de esta situación. Estamos en un país que es uno de los que menos invierten en investigación de toda la Unión Europea.
-¿Sufre España una fuga de cerebros?
-Sí. Hay laboratorios que cierran por falta de financiación. Lo grave es que estamos lanzando gente al extranjero durante cuatro o cinco años y cuando vuelven lo hacen en unas condiciones precarias. La situación actual de la investigación científica es España es dramática.
-¿Cómo se soluciona esto?
-A veces me acuerdo de un político de la UCD , Segovia Arana. En aquellos años hubo un impulso transformador en el campo, por ejemplo, de la sanidad y de la investigación. Ese impulso se echa muchísimo en falta hoy en día. Durante los primeros años del gobierno socialista de Felipe González hubo también un cambio importante, fruto del desarrollo económico y la entrada de España en la Unión Europea. Eso duró unos ocho años. La primera época del gobierno de Aznar todo aquello se mantuvo. La caída empezó con Zapatero y hoy estamos en una situación de mínimos. Hace falta un nuevo impulso.
-¿La investigación privada no es una salida?
-En España la investigación privada es muy limitada. Una industria farmacéutica investiga y tiene sus laboratorios en Ginebra o Inglaterra y a España nos quieren vender lo producido. Aquí en España la inversión, bajo mi punto de vista, tiene que venir del Estado. En Europa funciona así. Hay países como Inglaterra, Suiza o Inglaterra que están a otro nivel y fuera de aquí EE UU o Japón.
-¿Cómo llegan hoy a la universidad los futuros investigadores?
-El nivel con el que llegan no es bueno y eso se nota muchísimo. Los planes de estudio han sido muy malos, a cada cual peor. Aquí la cosa pasaba por tener un número de bachilleres similar al de Europa y se logró a costa de bajar el nivel. El nivel anterior era muy alto. En el instituto se exigía muchísimo. Los universitarios alemanes, por ejemplo, tienen una gran formación tecnológica. El informe Pisa lo deja claro, a nivel científico estamos a la cola. Los planes de estudio están ligados al cambio político y la gran discusión, ahora, es si se da o no educación para la ciudadanía o religión.
-¿Cada cuanto viene a Llanes?
-A Llanes vengo tres veces al año. En verano siempre, durante la Semana Santa y en Navidades.
-¿Su rincón favorito de Llanes?
-El paseo de San Pedro.
-Además de su faceta como profesor es también pintor. ¿Qué quiere expresar con su obra?
-Empecé a pintar de niño. Mis primeros cuadros lo hice con 7 años. Para mí la pintura es simplemente una salida artística.
-Usted formó parte de la primera promoción de PREU (1964-1965) del Instituto de Llanes. ¿Qué recuerdos tiene de aquella época?
-Era un Llanes culturalmente muy pobre. En ese sentido han cambiado muchas cosas. Hoy los jóvenes tienen una biblioteca, un centro tecnológico y unas estupendas instalaciones deportivas. Recuerdo con cariño al profesor Andrés Álvarez Posada, Don Andrés. Fue el responsable de que yo cogiese el camino de la ciencia. Fue una figura clave para mí. Recuerdo también a Inés Villar, profesora de literatura.
-¿Le queda por lograr algún objetivo a nivel profesional?
-Siempre hay cosas por hacer. Científicamente he trabajado en el campo del metabolismo intermediario.
-¿Qué consejo le daría a un joven científico?
-Les aconsejaría irse al extranjero mientras en España pasa la crisis. Aquí hay, por ejemplo, multitud de profesores ayudantes esperando a que salga una oposición durante cinco o diez años con salarios de mileuristas y en unas condiciones muy difíciles.
