La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los nuevos hortelanos de Llanes

Blas Cano y Olaya Hijano son dos de los doce adjudicatarios de los huertos urbanos habilitados por el Ayuntamiento en la zona de La Llavandera, en Pancar

Los nuevos hortelanos de Llanes

A la vera del río Carrocéu, Blas Cano cava con paciencia, cuida con mimo lo que planta y, en los ratos libres, enseña las técnicas para ser un buen hortelano a su hijo. Lo hace en una de las doce parcelas de cincuenta a metros cuadrados que el Ayuntamiento de Llanes ha habilitado para huertos urbanos en la zona de La Llavandera, en Pancar. El resultado de los primeros meses de funcionamiento de la iniciativa -los huertos se entregaron en febrero, tras ser sorteados-, es muy positivo según algunos de los adjudicatarios.

"Vengo todos los días, bien por la mañana, o bien por la tarde", asegura Blas Cano. Su parcela es, sin duda, la más cuidada de todas. "Da gusto ver este huerto. Se ve que lo trabaja muy bien", asegura un curioso que pasea por la zona. "Estoy en el paro y paso aquí todo el tiempo que puedo", dice Cano. En la huerta planta cebollas blancas y moradas, puerros, coliflor, arvejos, lechugas, brócoli, zanahorias y acelgas. "Las primeras lechugas podré recogerlas en tan solo unos días, el resto de la cosecha tendrá que esperar aún un par de meses", apunta.

El buen ambiente entre los adjudicatarios de las parcelas es destacado por Cano. "Hay días que hay bastante ambiente, aunque es difícil que lleguemos a coincidir los doce. Mi hijo viene muchos días y se lo pasa en grande. Es un sitio muy bonito. Aquí juega al fútbol y tiene un pequeño tractor de juguete en el que carga tierra", señala. Cano es un apasionado de la naturaleza y de la huerta. "Me gusta tener un sitio propio para plantar y donde estar con el chaval. Por un lado sabes lo que comes y, por otro lado, me gusta enseñar a mi hijo que no todo sale de las estanterías de los supermercados. Lo que planto aquí es ecológico", explica. "Para mi es una gozada estar aquí. Siempre hay algo que hacer. Si hace mal tiempo y llueve me dedico a hacer semilleros en la caseta o a ordenarlo todo", dice.

Junto a la parcela de Blas Cano juguetea el pequeño Iyan Miguélez de dos años. Su madre, Olaya Hijano, prepara los aperos para la jornada de trabajo. Hace un mes plantó ajos, cebollas, patatas, acelgas, lombarda, repollos, guisantes y frejoles. "Como mínimo, aquí vengo dos veces por semana. Ya había tenido huerta con anterioridad. Mi padre es un gran aficionado a este mundo y me enseñó algunas cosas", sostiene.

Hijano y su pareja son consumidores de productos ecológicos. "Aquí estoy, quitando caracoles cada poco", dice con resignación. En la huerta pasa, si puede, al menos un par de horas al día. "Lo que más nos costó fue cavar. Ahora, con todo plantado, el trabajo es más llevadero y tengo más tiempo para estar por aquí con mi hijo", explica. Tiene ganas de llevar al plato los frutos de su trabajo. "Lo de los huertos urbanos ha sido un acierto. Estamos muy contentos de llenar la cesta de la compra con productos trabajados por nosotros mismos", añade.

Compartir el artículo

stats