En la era de los dispositivos móviles y los GPS movilizar la orientación espacial y la agilidad, tanto mental como física, nunca está de más. Estos son algunos de los valores que promueve el deporte de la orientación, que ayer celebró su día mundial con el intento de batir el récord Guinness de personas practicándolo. En la comarca del oriente de Asturias los más jóvenes aportaron su granito de arena para lograrlo.

El registro actual es del año 2003 en Suiza, cuando 207.979 personas jóvenes en 1.381 ubicaciones distintas corrieron una carrera de orientación en una misma jornada. El objetivo desafiante era alcanzar los 250.000 participantes, repartidos por diversos puntos de todo el mundo.

Los alumnos riosellanos del colegio Nuestra Señora del Rosario aportaron nada menos que 228 corredores a este reto, 204 alumnos y 22 padres. Salieron de la plaza de abastos a partir de tercero de Primaria y hasta segundo de Secundaria y realizaron recorridos con diferentes niveles de dificultad según las edades. Primero y segundo de Primaria y los alumnos de Infantil también participaron, pero en circuitos dentro del patio del colegio. Quienes salieron del centro tuvieron que localizar, mapa en ristre, dieciséis balizas colocadas por las principales calles de la villa riosellana. A Sergio Rezzonico, de la asociación Nordeste, le costó algo conseguir que los alumnos se situasen y aprendiesen a interpretar las señales que les orientarían hasta la meta, situada en el colegio. Salieron cada dos o tres minutos y "algunos de los mayores se perdieron", comentaron los organizadores divertidos. Participaron por parejas y los de tercero y cuarto de Primaria estuvieron acompañados por un padre. El colegio estuvo arropado por el Ampa, responsables del Polideportivo, Protección Civil y Policía local y su actividad llamó la atención de las muchas personas que acudieron al mercado semanal de ayer en la villa.

En Cangas de Onís la actividad se llevó a cabo en el parque municipal cangués y a través del Club La Brújula-Jaire Aventura.

El colegio público de Infiesto se volcó. Los alumnos mayores de cinco años se embarcaron en una aventura consistente en buscar, por turnos, balizas escondidas en el patio del centro. A la mayoría no les hizo falta mapa ya que para hacer la tarea más fácil los profesores les enseñaron en una primera salida dónde estaban colocadas las balizas y fue en una segunda vuelta cuando de forma autónoma las encontraron. Cada una contenía una palabra, de tal manera que al acabar la actividad los jóvenes tenían que componer una frase. Samuel Junco, Daniel Martínez y Marcos Azcoita, de 4.º curso, fueron de los primeros en completar el raid de orientación. "Mola mucho, hay que repetir", dijeron. Un centenar de alumnos de 1º y 2º de la ESO del instituto de Infiesto también se sumaron a la iniciativa, que en su caso traspasó las aulas con un recorrido por toda la capital piloñesa. La iniciativa partió del departamento de Educación Física y contaba con una triple puntuación: una por picar la baliza, otra por responder a una pregunta de interés general y la tercera al completar un desafío cooperativo por equipos.