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De Ribadesella a Santiago casi sin pisar asfalto

Seis ciclistas riosellanos destacan la belleza del Camino Primitivo, sin carreteras ni multitudes, y se ofrecen como informantes

Uno de los tramos de Grandas de Salime. REP. DE P. M.

Andar en bicicleta es una forma de hacer deporte pero también "de viajar relativamente rápido". Quien así lo ve es Santiago Traviesa, uno de los seis ciclistas que la semana pasada recorrieron los 436 kilómetros que separan Ribadesella de Compostela. Paulo Silva, Mario Rosete, Rafael Rosete, Ricardo Sánchez y Adrián Muñiz eligieron, junto a Traviesa, hacerlo por el Camino Primitivo, un itinerario alejado del asfalto de las carreteras y también de las aglomeraciones que el éxito de la Ruta Jacobea acarrea a menudo.

Promovida por el Club Ciclismo Ribadesella, el viaje surgió para "abrir un camino" y facilitar información y experiencia a todos cuantos quieran seguir sus pasos. "La idea era hacerlo nosotros y luego ofrecer a todo el mundo que estuviera interesado la experiencia", explica Traviesa. La rapidez de la bicicleta se notó especialmente en el Camino, pues lo que a pie puede llevar quince o veinte días los riosellanos lo completaron en cinco jornadas. La primera fue de Ribadesella Oviedo, de la capital a Tineo, de allí a Grandas de Salime, al día siguiente cruzaron la frontera hasta Lugo y en la última etapa llegaron a Santiago de Compostela. "La más corta es la más dura, la de Tineo a Grandas de Salime", explica Traviesa, pues a pesar de tener 61 kilómetros "no hay cien metros llanos". En compensación hay otras etapas, como la de Lugo a Santiago, en las que hay el doble de kilómetros pero una orografía mucho más amable.

En este punto ya se encontraron un camino muy concurrido, con "personas cada cien metros" y más tramos por carretera, pues el Camino Primitivo enlaza con el Francés en Melide, un poco antes de Lugo. Pero los tramos anteriores discurrieron entre la tranquilidad de las montañas, pues este itinerario apenas pisa carreteras y en algunas zonas tampoco poblaciones. Los peregrinos llevaban una bicicleta de recambio en la furgoneta que iba apoyándoles, un comodín que tuvieron que gastar el primer día, subiendo al Alto la Campa de Villaviciosa, pues "se rompió una biela y no tenía solución. La tuvimos que cambiar", añade. A otra bicicleta le rompió la cadena dos veces y "en Grandas de Salime uno se perdió y bajó hasta el embalse", relata Traviesa antes de desvelar que, en lugar de deshacer el camino, "lo pasó el lanchero al otro lado" y pudieron reanudar la marcha.

Este tramo discurre en parte por la Sierra del Palo y es famoso por "los hospitales", las cabañas de piedra "donde se refugiaban los peregrinos cuando había inclemencias. No hay árboles, es tundra y alta montaña. Lo único que hay es pasto", describe Traviesa.

Los riosellanos recomiendan este camino "a cualquier persona que le guste la bicicleta de montaña. Es una pasada porque tiene todo", asegura el "bicigrino" antes de enumerar las "zonas técnicas, otras para rodar sin problema por pistas anchas, bajadas, subidas, tiene de todo". Con una dificultad "media-alta", el recorrido es "una maravilla. Para disfrutar todos los días andando en bicicleta", afirma Traviesa.

Los riosellanos no obviaron "el motivo, si no religioso, sí cultural", pues el viaje a Compostela también lo es a través del "cambio de todo. La orografía, el paisaje, los tejados, las casas, todo".

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