Avelina Roza Cuesta tiene 96 años y una cosa muy clara: que el secreto de la juventud reside en tomarse la vida a risa y no enfadarse nunca "porque no sirve de nada". La fórmula le funciona: el próximo miércoles sopla 97 velas y lo hace sin necesidad de tomar ningún tipo de medicamento. Claro que esta vecina de Coya cuenta con un apoyo extra: el amor incondicional de sus hijos. Su labor en la crianza será reconocida hoy por la asociación cultural "Roblón de Coya", que le brinda un homenaje en las antiguas escuelas por ser la madre más longeva del pueblo. Lo hará con la entrega de un ramo de flores y una emotiva comida de confraternización.

Roza nació en el barrio de Tranbarría, el 25 de mayo de 1919, y dos décadas después se mudó al de Sarpiéu, al contraer matrimonio con el fallecido José Huerta. Allí reside en la actualidad con su hija Begoña, la más pequeña de sus cuatro descendientes. Le siguen por orden cronológico Josefina, Julio y el fallecido José Miguel Huerta. Su labor como madre la compaginó toda la vida Roza con el trabajo en el campo y el cuidado de media docena de vacas. Sus hijos la definen como una mujer "luchadora, incansable, que se preocupa por todos y que está siempre de buen humor y contenta".

La "madraza" de Coya presume de sus dotes como cocinera y asegura que es "muy llambiona", por eso no se priva de nada: desde unas galletas hasta una fabada. Roza cuidó hasta los 91 años con maña de una huerta en la que crecían los mejores ejemplares de cebollín, tomate o pimientos, pero una lesión en un brazo tras una caída la apartó de la fesoria. "Fue la única vez que estuve en el hospital, que tuve que entrar por Urgencias aunque al final no fue para tanto", explica la piloñesa.

A Roza le sobra energía para cuidar de sus 11 nietos y sus 16 biznietos, muchos de los cuales estarán presentes hoy en el homenaje que el colectivo local que preside Mari Mar Martino le rinde. La distinción la recibe "con muchísima alegría porque presta que se acuerden de una", aunque matiza que no quiere que le traten "como una vieyina" porque es "muy moza".

Roza reconoce que Coya ha cambiado mucho en el último siglo pero "para bien". A su juicio, las claves de esta evolución las tienen los propios vecinos, que siempre "lucharon por dinamizar el pueblo" y por los que siente "un gran cariño".

"Yo ya estoy un poco mayor para las actividades pero desde que se creó la asociación no paran de hacer cosas y los chavales lo disfrutan un montón, da gusto verlos", explica. Para su 97 cumpleaños no pide nada más que "salud para todos". "Me tratan como una reina, no tengo queja, sólo pido que sigamos todos así de bien por mucho tiempo", asegura la "madraza" de Coya.