"Estoy emocionado y agradecido con los compañeros". Así afronta Julio Ovín del Valle su prejubilación tras 34 años como conserje en el Instituto de Infiesto. Los trabajadores del centro educativo han querido agradecerle sus años de entrega y dedicación con la entrega de varios regalos, entre ellos un reloj grabado con su nombre.

Ovín comenzó a desarrollar su labor en octubre de 1981 en el centro de formación profesional de San Cipriano "por casualidad". "Fui a apuntarme a un curso de automoción y el entonces conserje, José Manuel Machargo, comentó que iba a salir una plaza así que decidí probar suerte y presentarme al examen", cuenta el ex conserje. Entonces no tenía despacho, sino una mesa detrás del cuadro de contadores que carecía de teléfono e impresora. "Lo mismo te mandaban limpiar el patio que pintar una verja", explica el conserje, que comenzó la carreta de Magisterio y llegó a preparar oposiciones a empleado de banca. Tras 17 años en San Cipriano, bajó a cubrir un traslado en el edificio antiguo del Instituto de Infiesto, donde trabajó hasta la actualidad. "Las cosas han cambiado mucho. La relación entre alumnos y profesores es ahora mucho más cercana y los jóvenes blasfeman más", comenta Ovín, que aprovechará el tiempo libre de la jubilación para viajar por el país con su esposa y cultivar un huerto en Belonciu.