Ni Hondas de grandes cilindradas ni Suzukis de última generación. Las motos que de verdad triunfan en Arriondas son las clásicas. Y todo gracias al trabajo desarrollado por el colectivo "Amigos Vespa Parres", que ayer impulsó la VII Subida al Fitu en Vespa y Lambretta, en la que participaron más de un centenar de amantes de las dos ruedas. Entre ellos, Jairo Fernández, con 23 años el conductor más joven de la ruta. "Tengo una moto más nueva que anda más rápido, pero cuando quedo con los amigos prefiero sacar la Vespa TX de 200 para disfrutar del paisaje", contó este vecino de Arriondas.

Como él, aficionados de Alcalá de Henares, Palencia o León tomaron parte en la marcha de 85 kilómetros que les llevó a recorrer carreteras secundarias de Colunga, Villaviciosa o Piloña, donde pararon a comer en Villamayor. Los organizadores aprovecharon el descanso para rendir homenaje al mecánico Fernando Naredo, que no se esperaba "para nada" tal reconocimiento. "Amigos Vespa Parres" también otorgó una serie de premios, como el de acompañante más joven, que recayó en Nuria Rodrigo, vecina de 11 años de edad de Villanueva de Cangas. "Me encantan las motos clásicas porque se viaja de otra manera, más tranquila y en cuanto pueda pienso conducir una", dijo antes de subirse como "paquete" (acompañante) al ciclomotor granate y negro de su padre Francisco.

El presidente de "Amigos Vespa de Parres", Laureano Peruyero, destacó la importancia de la subida al Fitu en Vespa y Lambretta, que permite "disfrutar de uno de los más bellos parajes y a la vez crear afición por las motos clásicas y fomentar su reparación".

La cita parraguesa cuenta ya con incondicionales como Honorino González, con 80 años el conductor más veterano de la prueba. "No me perdí ninguna edición", asegura este vecino de El Entrego, que desde que compró en 1959 su Lambretta 125 ya no pudo separarse más de ella. "En 1960 me casé con mi mujer y fuimos de luna de miel en moto a Madrid. No puedo vivir sin ninguna de las dos", relató. Su pasión por los vehículos clásicos la comparte su sobrino Luis Suárez, de 31 años, que también participó en la prueba con una Lambretta 150 li de 1968. No estuvieron solos durante el recorrido. Les acompañaba la nieta del primero, la gijonesa Camino García y su amiga Caroline Doherty. Doherty, estudiante de bachillerato de Carolina del Norte que se encuentra haciendo un intercambio en Asturias, quedó fascinada con la ascensión al Fitu. "Me parece muy interesante y es bonito ver junto tantos colores", señaló la joven, que días antes hizo el descenso del Sella.

Entre las joyas de la concentración motera destacó la Vespa 125 N propiedad de José Manuel García, que lleva más de seis décadas en activo. "Tengo cuatro, pero ésta es sin duda mi favorita. Llama mucho la atención porque tiene todo original, es un capricho que adquirí en 2002 en Gijón", dijo antes de encaminarse al entorno del mirador para disfrutar de un tentempié. Miembros de la organización como Toni Somoano aseguraron que la cita motera "tiene tirón", tal como demuestra el creciente número de asistentes, que en la anterior edición fueron 90 y este año superaron con creces el centenar. Somoano hizo la ascensión en una Vespa Sprint 150 de 1965, que compró a un vecino de Amieva. "Está sin restaurar y aún se pueden apreciar las marcas de cuando el dueño bajaba con ella al mercado de Cangas de Onís con las lecheras a vender", explicó.

Uno de los grupos más numerosos de la concentración fue el integrado por los miembros del Club Vespa Llanes, organizadoras de una concentración en la villa de Posada Herrera, que cada año bate récords. "Venimos todos los años porque está muy bien organizado y la ruta es muy atractiva", explicó la pareja compuesta por José Manuel Galán y Paloma Gómez.

La programación, que en la víspera incluyó una subida nocturna a Covadonga para bendecir las motos, concluyó ayer en Arriondas con una fiesta temática sobre "Las Olimpiadas".