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El Arqueológico recibe el punzón de Cabrales, de hace 4.000 años

La pieza, hallada en una cueva, pasa a formar parte de la colección de metales del Neolítico del museo regional

El prehistoriador Pablo Arias sujeta el punzón junto al director del museo, Ignacio Alonso. P. M.

El punzón hallado en una cueva de La Jerra el Teyeru, en Cabrales, datado en torno al año 2000 antes de Cristo, ya descansa en el Museo Arqueológico de Asturias, en Oviedo. Hasta allí lo llevó el prehistoriador ovetense e investigador de la Universidad de Cantabria Pablo Arias, quien se lo entregó en mano al director del equipamiento, Ignacio Alonso.

La pieza pasa así a formar parte de la colección de metales del Neolítico del museo. El centro es, a juicio de Arias, "el mejor de la zona del Cantábrico, con mucha diferencia", cuando se habla de esta época de la Prehistoria. Tanto el especialista como Alonso alabaron el "ejemplar comportamiento" que tuvieron los descubridores de la pieza, Francisco José Gutiérrez Díaz, Basilio Fernández Gutiérrez y Álvaro Saiz Calvo, pues siempre tuvieron claro que su destino era una institución pública y "nunca la intención de quedárselo", añadió el investigador.

Los jóvenes se pusieron primero en contacto con el arqueólogo Mariano Serna, de Santander, quien les encaminó hacia Pablo Arias. El prehistoriador agradeció el gesto y apuntó que en Cabrales han impartido muchas charlas divulgativas, una labor de sensibilización que puede estar dando sus frutos.

El punzón es de cobre y los análisis practicados por el equipo de Arias demostraron que contiene, además, un uno por ciento de arsénico. Esto lo vieron con ayuda del "microscópico electrónico de barrido", que permite conocer la composición química de los objetos, explicó Arias. Esta combinación del cobre y el arsénico es, detalló el prehistoriador, "muy común en esta época", a finales del tercer milenio o principios del segundo, en la transición entre el Calcolítico (o Edad del Cobre) y la Edad del Bronce.

Los investigadores también tomaron una pequeña muestra para realizar la prueba de los "isótopos de plomo" (todavía en proceso) con la que se podría precisar la mina de la que procedía el cobre con el que fue fabricada la herramienta. "En Asturias hubo dos grandes campos de minas con ocupación, la de El Milagro, en el concejo de Onís, y la del Aramo, en el de Riosa", enumeró Arias, antes de citar la mina Profunda, en Cármenes, en el norte de León.

La cueva donde fue hallado el punzón perteneció "probablemente" al mismo sistema que la cavidad de Los Canes, donde Arias había excavado previamente, así como las de Arangas y el Tíu Llines. La primera estuvo ocupada entre el Solutrense y la Edad del Bronce y en la segunda, con asentamiento humano entre el Paleolítico y el mismo momento, apareció hace unos años un puñal, también de cobre, que ahora se exhibe en el Museo Arqueológico.

Alonso desconoce por el momento cuándo estará el punzón expuesto al público, aunque avanzó que se considerará "en el momento en que se revisen las vitrinas". Esta pieza podría formar parte de una exposición con las incorporaciones que ha hecho el equipamiento a su colección, aunque este es un proyecto aún por concretar.

El punzón cabraliego es una pieza relativamente frecuente en Asturias, pero hasta la fecha no se había registrado ninguno tan bien conservado. Los especialistas no saben con certeza a qué se debe su presencia en la cavidad, que "quizás se utilizó como sepultura", apuntó Arias. Sin embargo, no han encontrado más restos y el prehistoriador subrayó el interés de que en tan poco espacio hubiera "bastantes ocupaciones de los inicios de la Edad del Bronce".

Estos hallazgos visibilizan una época de la Prehistoria quizás menos conocida, pues la atención "se ha centrado sobre todo en el Paleolítico y en los castros", declaró el experto. En la actualidad y además del hallazgo cabraliego, sobre el que prepara una publicación, es posible que el equipo de Arias regrese a excavar el yacimiento de L'Alloru, en la localidad llanisca de Balmori. Allí hay una ocupación mesolítica, de los últimos cazadores, un asentamiento donde han aparecido restos como conchas marinas y picos asturienses, pertenecientes a la cultura del mismo nombre, "muy característica del Oriente". Ha trabajado, además, en yacimientos de municipios como los de Llanes o Cangas de Onís.

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