José Luis Alonso tiene 21 años y un sueño: vivir de la elaboración del queso gamonéu en el puertu. Su aspiración no es baladí si se tiene en cuenta que sólo quedan cuatro artesanos elaborando esta variedad en las montañas de los Picos de Europa. Las duras condiciones del terreno, la estacionalidad de la producción y los ataques de los lobos han sido factores clave para que la mayoría de los pastores abandonaran las majadas y apostaran por construir sus queserías en los valles.

Pero Alonso no quiere comodidades, sino ver como su ganado pasta libre en altura antes de que caigan las primeras nieves en otoño. Desea elaborar con la leche de sus tres vacas, 40 cabras y 80 ovejas el mismo queso que su abuelo Paulino Alonso fabricaba en la majada de Toyeyu antes de jubilarse Pero sus aspiraciones toparon de pleno con el rechazo familiar. "Mi padre (José Luis) me decía que estudiara, que encontrara un trabajo en otra cosa, que la vida de pastor era dura", explica el joven, vecino de Gamonéu de Cangas. "A mí siempre me gustaron los animales y sentía fascinación cada vez que subía a visitar a mi abuelo a la cabaña. Nunca quería marchar de allí y lloraba para que me dejaran quedar a dormir", señala.

Alonso abandonó el instituto de Cangas de Onís a los 16 años para ponerse a trabajar en una empresa de turismo activo al cuidado de los caballos. Durante un par de años hizo "calcetu" con los salarios recibidos y nada más cumplir la mayoría de edad invirtió todos sus ahorros en comprar un rebaño para subir al puertu con 27 ovejas, 2 vacas lecheras y 20 cabras. "Las cabras que me vendieron eran muy viejas y se murieron ese mismo año. Ahora ya espabilé y tengo un ganado bueno y joven", asegura. Su abuelo vio entonces que iba en serio y le cedió la cabaña que había construido en 1992 en Uberdón, cerca del Mirador de la Reina . También le legó todos sus conocimientos para elaborar un buen gamonéu del puertu, a saber: mucha limpieza en el manejo de la leche y esmerarse para que no se pique, entre otras cosas. "Ninguno de mis tres hijos siguió la tradición y cuando mi nieto me dijo que quería ser pastor como yo al principio intenté quitárselo de la cabeza. Mis últimos años en el puertu fueron duros, con muchas pérdidas por los ataques de lobos, no quería que el sufriera lo mismo", relata Paulino, que acaba de cumplir 80 años. Su mujer, Marina Suero, también echa una mano y sube a veces a limpiar, cocinar, o simplemente hacerle compañía a Uberdón. "Con menos de ocho años ya bajaba él las vacas del puerto a casa, un trayecto de casi dos horas. Paulino marchaba a escondidas porque era un recorrido largo pero el niño se escapaba sólo y se echaba a la carretera para atajarlo en el Mirador de la Reina", cuenta la mujer.

El nieto, por su parte, también presume de abuelos. "Son un ejemplo de superación, todo lo que tienen lo ganaron con su esfuerzo y es un honor para mí seguir la tradición", explica Alonso, que solicitó al Ayuntamiento de Cangas la concesión de una quesería en Gumartini y está a la espera de conocer la resolución. En caso de ser el adjudicatario, podría vender sus quesos del puertu, una variedad de la que el año pasado se produjeron menos de cuatro mil kilogramos. "Para un joven empezar es difícil, hace falta mucha inversión para comprar el ganado y no te dan subvenciones si no tienes 25 vacas durante al menos 5 años. En realidad no quiero ayudas económicas, sólo que se tomen medidas para controlar los lobos. Estoy de acuerdo en que haya alguno pero no 11 manadas porque encima tardan en pagar daños", relata.

Alonso, que subió ayer la reciella aprovechando que se abría la temporada de pastos para el ganado menor en la montaña de Covadonga, se prepara para vivir su tercer verano en Uberdón. Las dos temporadas anteriores las pasó "experimentando" para aprender a hacer quesos para el consumo propio. "Algunos salieron bien y otros igual algo duros porque no tenía la cabaña a una temperatura suficientemente alta constantemente pero he mejorado mucho gracias a los trucos que me enseña mi abuelo y me salen riquísimos", concluye.